En el contexto del consumismo hacia el mundo que nos rodea, es cada vez más difícil hablar de la fe en Dios y la eternidad. Sin embargo, el escritor búlgaro Martín Rálchevski consigue recordar en sus libros, de manera abierta y sincera, los mensajes eternos del Cristianismo con la esperanza de un resurgimiento espiritual. Se lo propone no sólo porque se graduó por la Facultad de Teología de la Universidad de Sofía, sino porque está convencido de que el bien pierde su poder y significado fuera del contexto de la fe. Recientemente, el escritor presentó su libro más reciente, titulado El sentido en la vida, que además adaptó para la pantalla. La trama versa sobre la despoblación de la zona de la montaña Ródope, en el sur de Bulgaria, y la desaparición de la identidad búlgara.
Espero profundamente haber logrado mostrar a través de este libro que una sola persona puede mover una montaña o un puñado de personas, un país entero, para el bien, guiados únicamente por la fe –dice Martín Rálchevski– . La fe pura y no adulterada transmiten un mensaje poderoso. Si una sola persona decide, con todo su corazón y alma, que no permitirá que la identidad búlgara en la región del Ródope muera, conseguirá transmitir su fe a dos, tres, cuatro, cinco más −una comunidad entera que no permitirá traicionar esta montaña. No traicionaremos ni la región del Ródope ni las demás zonas despobladas de Bulgaria. Posiblemente sea demasiado optimista, pero tengo fe. Todos debemos tenerla.
Es por eso que Martín Rálchevski espera que la historia descrita en su último libro sea trasladada al cine ya que, desde el inicio de la transición democrática en este país en 1989, nunca se rodó en Bulgaria un largometraje dedicado a temas ortodoxos. En un lapso de treinta años, en Rusia se hicieron 120 películas sobre el tema, Rumania y Serbia no se han quedado atrás, menos aún Grecia, que vela celosamente por sus tradiciones cristianas ortodoxas.
Nosotros no hemos hecho nada en este sentido. Yo tengo listo también un guión que no requiere un gran presupuesto. Guardo la esperanza de que alguna persona buena, que disponga de recursos financieros, se haga eco. También hay un director y un productor listos de llevar adelante el proyecto. Lo único que queda es la financiación. No creo que el Estado búlgaro quiera patrocinar algo relacionado con la espiritualidad de esta nación. Sus prioridades son otras: proeuropeas, proatlánticas, neoliberales… Por eso espero que alguna persona de capacidades pecuniarias, que ama a Bulgaria pueda ayudar a que eso suceda”.
¿Podemos esperar que los búlgaros expatriados algún día vayan a regresar a la patria para que la historia nacional más reciente adquiera matices positivos? Para que esto ocurra, ¿debería suceder un milagro como el descrito por Ralchevski en su libro sobre el Ródope?
“En efecto, la historia es dramática, pero tiene un desenlace positivo: tras la desdicha y el sufrimiento llegan el resurgimiento y el auge. Lo mismo deseo para Bulgaria. Una persona que ha padecido una enfermedad grave se recupera por completo y comienza una vida nueva, pero nunca olvida todo aquello por lo que tuvo que pasar, y eso hace que sea más atenta consigo misma: deja de fumar y de beber, sigue una dieta equilibrada, ya es otra persona. Esta es la idea de mi libro, que da esperanza de que el renacimiento es posible, pero no como un proyecto político o algo ficticio. El resurgimiento es imposible sin Dios, sin el amor a la ortodoxia y al idioma búlgaro. De ahí la idea de ese verdadero milagro que he descrito, pero del que no diré más para que el lector de la novela pueda experimentarlo, sentir el catarsis. Por eso quisiera que mi mensaje tocara el alma y los corazones de más personas, y si mi sueño de realizar la película se hace realidad, ésta podría llegar a miles, incluso millones de búlgaros. Una película cruza las fronteras gracias a las redes sociales, y no se trata de beneficios, sino de la fe: “¡Eres eterno, tienes un alma, Dios te ama!” ¿Acaso existe mayor maravilla que esta? ¡Y sí, Bulgaria seguirá existiendo!
Versión en española de Daniela Radíchkova
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