En los próximos 30 años, la demanda de agua a escala mundial se disparará en un 50%, estiman los expertos. Al mismo tiempo, casi el 70% del consumo de aguas dulce se destina al sector agrícola. Para desarrollar acertadamente su economía, el país debe irla adaptando continuamente a los cambios en el mundo, incluido el cambio climático, que van planteando cada vez mayor número de retos. Según Simeón Matev, climatólogo del sitio electrónico Climateca, “desde los años 80, cada década es más calurosa que la anterior”.
En Bulgaria, la situación no es nada diferente.
”En los últimos años hay tendencia al aumento de la frecuencia de las precipitaciones intensas al tiempo que se prolongan los períodos de sequía, es decir, destaca con nitidez la necesidad de una gestión adecuada de los recursos hídricos”, dice en entrevista con Radio Nacional de Bulgaria Pétar Filkov, decano de la Facultad de Hidrotecnia de la Universidad de Arquitectura, Ingeniería Civil y Geodesia.
Una de las posibilidades de la agricultura para superar la sequía resulta ser el agua de “segunda mano”. Si bien en Bulgaria esta idea aún suena como algo exótico, otros países a través de sus políticas muestran que se trata de una oportunidad que no hay que desperdiciar. En Israel, por ejemplo, más del 40% del agua indispensable con fines agrícolas proviene de aguas residuales, comenta a esta emisora Stefan Shilev, docente de la Universidad Agraria de Plovdiv y director para Bulgaria de un proyecto científico de investigación europeo para la depuración sostenible del agua y las oportunidades de reutilizarlas en agricultura. En Bulgaria también existen ejemplos de uso de agua “reciclada”, pero se basan en el interés individual de los empresarios, explica Shilev, y agrega:
”Estos ejemplos se observan básicamente en la producción de aceite de rosa. El agua después de la destilación al vapor y después de una purificación se vuelve a utilizar para el riego de las plantaciones de rosales. No tiene sentido el que esta agua vaya a verterse en el río, puesto que se la puede utilizar para riego, evitándose así que el granjero tenga que surtirse de agua del río”, dice Shilev.
Opina que para convertir la excepción en una regla se necesitan cambios legislativos y dinero. Actualmente, Bulgaria carece de una posibilidad legal y técnica para el riego de áreas agrícolas a partir de una estación depuradora. El experto puntualiza que el uso de agua de “segunda mano” tiene especificidades que se habrán de observar:
”El reglamento europeo reza que el grado más elevado en la depuración del agua es indispensable para los cultivos que se emplean como alimentos en estado crudo, y el agua de calidad más baja es la que se emplea para los cultivos industriales. No obstante, es importante que el agricultor sea responsable de lo que hace”.
Dentro de dos años entrará en vigor el reglamento europeo, que define los requisitos mínimos para el agua reciclada empleada con fines de regadío en la agricultura.
”Mientras, habrá que diseñar modelos para incentivar a todas las personas interesadas, principalmente los granjeros y las empresas que se ocupan de la depuración de aguas residuales”, dice tajante Stefan Shilev.
A su juicio, tal incentivo podrían ser las tasas más bajas pagadas por la extensión de licencias para el uso de agua regenerada, como también ayudas a las empresas que se dedican a depurar el agua que luego se utiliza en el agro.
Algunas de las medidas tendentes a apuntalar la agricultura también se pueden orientar al empleo de fuentes alternativas de agua. El estudio de las prácticas acertadas de otros países en esta esfera contribuirá a que Bulgaria diseñe una política propia más adecuada y efectivamente operativa en este terreno.
Adaptado por Miglena Ivanova
Versión en español de Mijail Mijailov
Fotos: BGNES, ec.europa.eu, suwanu-europe.eu y archivo
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