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Rusanka Tzáneva, la primera guía turística del complejo a los Fundadores del Estado Búlgaro

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Foto: bulgariatravel.org

No sin razón, los vecinos de la ciudad de Shumen, en el noreste de Bulgaria, declaran con orgullo que ahí es donde comienza Bulgaria. Es así por las dos primeras capitales búlgaras: Pliska y Preslav, así como por el bajorrelieve rupestre El Jinete de Mádara, único de su género conservado en Europa. Esa fue la causa por la que mediante una disposición del Consejo de Ministros del año 1977 se tomó la decisión de construir un monumento dedicado al entonces inminente 1300 aniversario del establecimiento del Estado Búlgaro. El monumento es obra de los escultores Krum Damyanov e Iván Slavov. Recrea los momentos más importantes de la historia del Primer Reino Búlgaro (681–1018), y presenta a los khanes Asparuj, el fundador del Estado Búlgaro, Térvel, el primer diplomático a quien el emperador bizantino otorgó el título de kaisar (césar), Krum, el legislador, y Omurtag, el arquitecto, el príncipe Boris I El Bautista, el zar Simeón el Grande, y los letrados Clemente, Naúm y Anguelario. El impacto de estas imponentes figuras es resaltado aún más por los coloridos paneles de los mosaicos y los fragmentos de inscripciones que todo búlgaro conoce, como el que comienza con las palabras: “El hombre, aunque viva bien, muere, y otro nace”. Y encima de todo, a una altura de 50 metros se yergue la figura del león, símbolo del poder y la vitalidad búlgaros. La inauguración del monumento tuvo lugar el 28 de noviembre de 1981.

Rusanka Tzáneva es la primera guía turística designada a trabajar en el Complejo Fundadores del Estado Búlgaro en Shumen. Sus compañeros de trabajo la llaman con respeto “el monumento humano”.

“Me gradué por un Instituto bilingüe francés y tengo tres años de formación como guía turística en la ciudad de Varna −cuenta Rusanka Tzáneva− . Hice prácticas en dos museos y postulé al puesto en Shumen. Hicieron oposiciones y de 20 candidatos seleccionaron 5 ó 6 y yo fui aprobada. De hecho, la primera vez que vi el monumento fue una semana antes de su inauguración”.

¿Cómo iban cambiado los visitantes a lo largo de los años, su interés por el monumento, sus preguntas?

“Al principio trabajábamos con pasión, que conseguíamos contagiar a los extranjeros. He tenido casos cuando yo hablaba y los intérpretes traducían mis palabras con el mismo grado de emoción. Nunca olvidaré cómo me aplaudían los visitantes de Suecia, de Rusia... En los últimos diez años la gente viaja mucho y ha visto todo tipo de cosas. Puedo verlo en sus ojos: observan con interés, quieren descubrir tantas cosas. Creo que la tecnología, los dispositivos digitales proporcionan una gran cantidad de información y nosotros deberíamos trabajar en esta dirección”. 

En noviembre de 2021, el notable monumento, que se yergue en una colina próxima a Shumen y que se ha convertido en el símbolo de la ciudad, celebrará el 40 aniversario de su inauguración. A pesar de que la cinta fue cortada por el entonces primer hombre del Estado y líder comunista, Tódor Zhivkov, después de su partida fueron haciéndose una serie de correcciones en las estatuas, las más visibles en la leonina.


“Tenía que pesar 600 toneladas, pero en 1983 su peso aumentó a mil toneladas, con la cabeza y las fauces. Un hombre de 1.86 m de altura cabría fácilmente en las fauces: la distancia entre ellas es de dos metros, pero desde la distancia todo parece más pequeño”.

¿Qué es lo que esconde el monumento?

“Es muy difícil entender qué es lo que esconde. Primero hay que decodificarlo observándolo durante unos 15 o 20 minutos. Uno de los escultores, Krum Damyanov, dice que el monumento en Shumen ha sido el más difícil de concebir por la sociedad búlgara, a la que le tomó su tiempo aceptarlo. La gente cree que hay algo escondido en las estatuas. No hay nada escondido. Estas figuras de hormigón desempeñan un papel funcional más que artístico, ya que sirven de soporte para las estatuas y sobre ellas están montados los mosaicos”.

A pesar de su complicado simbolismo, el monumento se convierte en un sitio muy visitado desde el principio.

“La gente empezó a acudir al monumento desde el primer día, depositaban ofrendas florales. Llegaban en autobuses: judíos, franceses, escandinavos… Ahora habrá menos grupos de turistas, pero aumentarán las visitas individuales y tendremos que adaptarnos a la nueva situación”, concluye diciendo la guía turística Rusanka Tzáneva.

Por Miglena Stéfanova, de la emisora regional de Radio Nacional de Bulgaria en Shumen

Versión en español de Hristina Táseva

Fotos: bulgariatravel.org



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