Es lo que comenta a Radio Bulgaria Maya Daskalova, traductora del portugués del libro Imigrantes Bessarabianos: Búlgaros e Gagaúzos, de la trilogía del autor Jorje Cocicov que presenta la emigración de búlgaros de Besarabia y gagaúzos al país sudamericano basándose en la historia de más de 200 familias.
“Transcurrido este período de dos años, con el dinero que habían ahorrado ellos se compraron tierra, ya de su propiedad. Se reunían varias familias y formaban núcleos coloniales. No obstante, la tierra que se vendía era de la Mata Atlántica, absolutamente virgen y nunca labrada. Debieron talar por su propia cuenta los terrenos y hacerlos cultivables. Les costó un par de años como mínimo comenzar a producir algo en esa tierra”, relata Maya Daskalova.
Trabajaron tenazmente y consiguieron desarrollar muy bien sus tierras y obtener unos ingresos decentes. Sin embargo los hijos fueron creciendo y, para asegurarles la posibilidad de estudiar y desarrollarse, la mayoría vendieron sus fincas y compraron parcelas en las grandes ciudades, principalmente en Sao Paulo. Otros marcharon a Uruguay, que a la sazón era considerado la Suiza de América Latina. Los que deseaban salir adelante se integraron con éxito en la sociedad brasileña, destaca la traductora. Poco a poco fueron mezclándose con los brasileños y otras nacionalidades. Con la tercera o cuarta generación de Búlgaros de Besarabia en Brasil la lengua búlgara se extingió, pero se mantuvieron las tradiciones, sobre todo en la gastronomía.
“Están aferrados a sus raíces –comenta sus impresiones Maya–. He visitado Brasil en tres ocasiones. Es un país multinacional, integrado por gentes venidas de todos los confines de la Tierra una vez abolida la esclavitud. Todos dicen 'Soy brasileño de …' y precisan su origen. No obstante quisiera puntualizar algo muy importante que sigue siendo doloroso para los búlgaros besárabes hasta hoy. Ellos marcharon a Brasil con pasaportes rumanos ya que después de la Primera Guerra Mundial Besarabia fue anexionada por Rumanía. Por esto las autoridades brasileñas les trataron y les tratan como rumanos. Y sin embargo hasta hoy en día ellos, y sobre todo la generación mayor, dicen: “No somos rumanos. Queremos que se reconozca que somos búlgaros”.
Han creado una Asociación Cultural del Pueblo Búlgaro en Brasil: Búlgaros, llamada a revivir sus lazos con la antigua patria.
Gracias a las posibilidades que ofrecen los medios sociales modernos, buscan de modo aún más activo información sobre sus raíces. Dio un impulso adicional a este proceso la trilogía sobre los búlgaros de Besarabia y los gagaúzos, de Jorge Cocicov. Lo principal que le movió a enfrascarse en esta tarea de búsqueda y recopilación de información fue el hecho de que gran parte de los descendientes de búlgaros de Besarabia y gagaúzos en Brasil desconocen la historia de sus familias y del país de que proceden, y su trabajo apunta, con algo de osadía, a llenar este vacío, según reconoce el autor en la introducción a su primer libro.
La traductora Maya Daskalova trabajó con precisión en la restauración de los apellidos y topónimos de los libros de Jorge Cosikov, que pasaron primero por el rumano y luego por el portugués, porque sabe que detrás de estos apellidos y topónimos yacen destinos humanos.
Un ayudante inapreciable en esta labor fue su redactor, el destacado historiador besárabe Nikolay Chervenkov. La propia Maya ayudó a establecer contacto entre los miembros de diferentes familias de los dos extremos del mundo.
“Cuando fue publicado el primer libro se puso en contacto conmigo un búlgaro besárabe que me dijo lo siguiente: 'Mi bisabuelo se marchó a Brasil con su hermano. Luego regresó a Besarabia, mientras que su hermano se quedó allí. A partir de ese momento no tenemos idea de la suerte que corrió ese familiar nuestro. Yo soy historiador local. ¿Me podría ayudar a averiguar qué pasó con esa persona?', recuerda Maya Daskalova. Comenté este detalle al autor y él recordó que en un viaje de exploración al estado de Rio Grande do Sul visitó un cementerio en el que estaban enterrados búlgaros de Besarabia y leyó en una lápida el apellido en cuestión. Movimos contactos y resultó que una de las hijas de aquella persona vivía aún: doña María, de 95 años. Contactamos con su hija y con la propia doña María y fue una vivencia muy emocionante. Ella me dijo: “Oí tantas veces a mi padre hablar de nuestras raíces pero es la primera vez que nos han buscado desde nuestra antigua patria”.
Así, no obstante los miles de kilómetros y las vicisitudes del destino, los búlgaros de Besarabia residentes en Brasil viven hasta hoy con Bulgaria en el corazón.
Versión en español de Raina Petkova
Fotos: archivo, archivo personal
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