Todos los años, durante las vacaciones de verano, los hijos de las familias búlgaras que viven en el extranjero vuelven a casa, a Bulgaria. A menudo, a muchos de ellos incluso les cuesta entender y hablar búlgaro. En muchos casos, sus familias son de tipo mixto, donde hablan una lengua distinta del búlgaro, y a menudo no tienen acceso a una escuela búlgara. Para ellos, Bulgaria es un lugar favorito donde se sienten felices y relajados, pero solo vienen durante las vacaciones de verano. Éstas se asocian con el mejor momento para los niños: encontrarse con los abuelos, viajar por el país y, sobre todo, disfrutar un tiempo en la orilla del mar.
Para que estas vacaciones sean aún más fructíferas y emocionantes para los niños búlgaros, un grupo de entusiastas ha creado un campamento-escuela especial llamado "Mi verano búlgaro". Se basa en la idea del aprendizaje experimental, lo que significa que los niños visitarán lugares de interés natural y cultural de Bulgaria, conocerán sus tradiciones y, por último, pero no menos importante, se sumergirán en un ambiente en el que hacen amistades y solo se habla búlgaro.
"No sabemos si alguno de estos hijos de búlgaros en el extranjero decidirá volver a Bulgaria algún día", dice Elena Pavlova, organizadora de la iniciativa. Pero se ha comprobado, continúa, que la lengua materna forma el intelecto de un niño pequeño, por lo que es importante que los niños hablen primero su idioma materno y lo mantengan. "Incluso en Austria, esto se ha convertido en política de Estado. Elena añade un ejemplo de su práctica en el extranjero, donde se cree que solo los niños que dominan una lengua materna principal pueden dominar otras lenguas, integrarse y sobre esta base desarrollar sus capacidades intelectuales en el futuro".
Este es el gran objetivo de Elena Pavlova: conseguir que más niños búlgaros amen el idioma búlgaro y animen a sus padres a hablárselo. "Mi verano búlgaro" tiene un variado programa de entretenimiento. Lo primero y más importante son las vacaciones en la costa búlgara del mar Negro, donde, además del contacto con la naturaleza, hay muchas oportunidades de conocer a otros niños búlgaros.
"Todo empezó por mis hijos", dice la búlgara, que vive en Austria, y explica: "Como nacieron en el extranjero y crecieron allí, tenía un gran deseo de preservar su conexión con Bulgaria de todas las formas posibles. Quería que fuera emocional, pero también que conocieran la vida, la historia y la naturaleza de mi país". Esto parece una tarea complicada para muchos padres en la misma situación. Muchos de nuestros compatriotas en el extranjero tienen un gran deseo, pero no la capacidad de mantener esa conexión con Bulgaria. De esta necesidad surgió la idea de organizar campamentos para hijos de búlgaros en el extranjero. El papel de la madre es el más importante en la transmisión de su lengua materna en la familia. Durante la semana que dura "Mi verano búlgaro", no podemos enseñar a los niños a hablar búlgaro si sus padres no lo han hecho en casa.
Tampoco podemos cubrir el nivel de idiomas, pero nos esforzamos por ofrecer una experiencia completa. Intentamos incluir charlas sobre nuestras tradiciones, artesanía, la naturaleza del país, las montañas, etc. Porque todos sabemos que lo que tocamos y compartimos con amigos se queda con nosotros como un recuerdo de infancia para toda la vida. Esta es la idea principal de las actividades: crear un vínculo emocional con Bulgaria y con los búlgaros, tanto si viven en el país como si se reúnen para pasar el verano desde distintos países.
Las Semanas de Lengua y Cultura "Mi verano búlgaro" se organizan por tercer año consecutivo de forma totalmente voluntaria. El programa, preparado por Elena Pavlova y sus colaboradores, incluye dos visitas con grupos de niños en la ciudad de Obzor y una semana con un grupo de niños en el Museo Etnográfico al Aire Libre "Etara", cerca de Gabrovo. Hasta ahora, solo a través de la publicidad en las redes sociales, en los viajes de verano de los niños han participado niños de EE.UU., Francia, Finlandia, Alemania, Austria, la República Checa y Países Bajos. Familias de Inglaterra e Israel también están interesadas en el programa", afirma Elena Pavlova.
"Lo más destacado del programa de este año, cuando visitamos Gabrovo y "Etara", fue que nos pusimos en contacto con la escuela de recreaciones de artes marciales prebúlgaras "Madarski konnik" (Jinete de Madara), que nos recibió muy bien y realizó una breve lección de demostración sobre tiro con arco y otras técnicas de combate de nuestras tierras. Visitamos Gabrovo y el Museo Etnográfico "Etara" porque allí las oportunidades de aprender cosas nuevas son enormes. Intento inculcar y transmitir a los niños la gran importancia que tuvo la educación en la construcción de una persona y una nación, algo a lo que hoy en día olvidamos dar importancia."
Por Guergana Mancheva
Versión al español de Borislav Todorov
Fotos: "Mi verano búlgaro"
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