La llaman “la iglesia de los milagros” porque ayuda a quienes perdieron la esperanza de recuperación. Fue erigida en memoria de San Antonio el Grande en la pequeña localidad serrana de Melnik, en el suroeste de Bulgaria, conocida por sus atractivos naturales y el excelente vino de la especie endémica Vid Ancha de Melnik. Es el único templo en este país que lleva el nombre del santo sanador.
La basílica de una nave fue construida en el año 1846 y, debido a sus frescos singulares, es un monumento cultural de importancia nacional como parte de la Reserva Histórico–Cultural de Melnik.
A pesar de haber sido pasto de las llamas, la iglesia nunca ha sido arrasada −cuenta el padre Nikolay de Melnik− . A diferencia de otros templos donde se pueden ver historias de las Sagradas Escrituras, la hagiografía de los respectivos santos patronos o íconos de beatos, en la iglesia de San Antonio el Grande los frescos crean un ambiente hogareño. Las ventanas pintadas en su interior, decoradas con cortinas, flores y ángeles le dan al templo un aire acogedor y esto traduce una sensación de paz espiritual. De la misma manera que hoy en día los males se curan con colores y música, estas pinturas fueron creadas por nuestros ancestros para curar el alma.
El ambiente hogareño, así como la presencia de ángeles y querubines en las paredes insuflan a las almas perdidas la fuerza y la seguridad que necesitan. No es por casualidad que en el centro del templo haya una losa especial con el signo de San Juan el Apóstol: un águila bicéfala que simboliza las alturas espirituales. Por eso se cree que es allí donde los enfermos reciben sanación y alivio de sus dolencias, contemplando el icono milagroso de san Antonio. El iconostasio también se diferencia de los de las demás iglesias.
Es obra de un artista lugareño −explica el padre Nikolay− . No está tallado en madera, sino está pintado de vivos colores. A su derecha está el icono de san Antonio. La fuerza que irradia realmente es muy fuerte. Por cierto, si nos inclinamos ante cada icono con la fe y el corazón puro, sentiremos su efecto. Todo proviene de la fe en Dios complementada por la intercesión orante de san Antonio, que hace que se realicen los llamados milagros. San Antonio era egipcio. Es el fundador del monacato cristiano. Por llevar una vida santa, el Señor le obsequió con el don de curar. El ejemplo del santo muestra que además de fe se necesitan buenas obras. La fe sin obras es muerta.
“Las enfermedades nos son enviadas para elevar el alma”, enseña la Iglesia. Cada vez más galenos consideran que cuando nos enfermamos –especialmente de una enfermedad grave e incurable– la razón de ello suele ser, a menudo, el estilo de vida que llevamos y las traumas mentales.
El padre Nicolay comenta que en la noche del 16 al 17 de enero, la iglesia de San Antonio el Grande se llena de creyentes que rezan toda la noche por la salvación y la sanación. Al día siguiente, 18 de enero, la festividad de san Atanasio, de nuevo se oficia misa.
San Atanasio es discípulo de san Antonio, un seguidor de su obra, por esto combinamos las dos celebraciones con liturgias solemnes, dice, en conclusión, el padre Nicolay y envía a todos los creyentes el deseo de amarnos unos a otros, perdonarnos unos a otros y hacer a nuestros prójimos lo que quisiéramos que nos hagan a nosotros. El amor lo perdona todo, apostilla.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: bg.wikipedia.org y ilindenpres.bg