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Las autoridades turcas, primero dieron la orden de que la iglesia fuera demolida, pero al ver las medialunas, se quitaron los feces haciendo reverencia, así la iglesia fue salvada.
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Hristo Boichin, sacristán de la iglesia de la Santísima Trinidad, cuenta la continuación de la historia:
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Hristo Boichin, el sacristán de la Iglesia de la Santísima Trinidad
Para construir esta iglesia grande, la gente de Bansko obró con diplomacia. El permiso que obtuvieron era para la construcción de una capilla pequeña. Sin embargo, ellos eligieron una táctica muy buena: edificaron primero un muro alto y luego empezaron a excavar y echar los cimientos. Cada noche ampliaban poco a poco los fundamentos. Cundo éstos estaban listos para proceder a las obras de construcción en sí, resultó que el dinero se había acabado. Entonces el Abuelo Lazko se fue a Nevrokop (hoy, la ciudad de Gotse Delchev). Tenía relaciones comerciales con el Mehmed Bey, llamado Altan Bey, o sea, el bey de oro, por su gran riqueza. Le pidió al bey dinero prestado, mintiendo que lo necesitaba para su negocio. Tomó prestada una cantidad bastante grande para aquel entonces y lo invirtió hasta el último céntimo en la obra de su vida. Pronto la mentira fue descubierta, le arrestaron y le desterraron a Diarbekir, en Turquía, donde murió. La entrada del templo ostenta unas medialunas. Éstas fueron una idea del abuelo Lazko. Ya que él tenía el presentimiento de que no vería el fin de las obras, para proteger la obra en construcción, ordenó que este símbolo del islam fuera cincelado en la piedra. Fue un acto muy inteligente, ya que cundo llegaron las autoridades turcas, primero dieron la orden de que la iglesia fuera demolida, pero al ver las medialunas, se quitaron los feces (un tocado masculino que llevaban los turcos) de sus cabezas e hicieron reverencia. Así la iglesia fue salvada.
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El trabajo voluntario continuó. El tejado del edificio alto requirió mucho tiempo. Toda la arquitectura estaba pensada de manera que el templo pareciera más pequeño. Pero es una sensación engañosa. La bóveda en su parte más alta tiene 20 metros de altura, el largo del edificio es de 44 metros, y el ancho, 24 metros. Las paredes, de más de 1 metro de grosor, fueron construidas de bloques de mármol blanco. Según una leyenda, el mortero lo preparaban con aceite de aceitunas para que fuera más liso y duradero.
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En el templo se entra por puertas gruesas de madera, hechas de enormes pinos. Las doce columnas que sostienen el techo simbolizan a los 12 apóstoles de Jesucristo. Los murales son obra de pintores de la escuela de Debar. Los iconos fueron hechos por los famosos maestros Dimitar y Simeón Moleros, de la escuela de Bansko. Velian Ognev pintó un cielo poblado de estrellas en el cielorraso, con nubes y ángeles celestiales. Del cielorraso penden gruesas cadenas con lámparas y candelabros. El púlpito también está cubierto de dibujos estilizados. Por la bella escalera de caracol que sube al mismo, un 5 de octubre de 1912 subió el gran poeta búlgaro Peyo Yávorov, comandante de un regimiento durante la Primera Guerra Balcánica de 1912 – 1913. Aquella guerra tenía como objetivo la liberación de territorios poblados principalmente por cristianos que se habían quedado bajo dominio otomano. Desde ese púlpito Yávorov proclamó la liberación de Bansko con las siguientes palabras: “Hermanos, de hoy en adelante sois búlgaros libres.” Más tarde, los vecinos de Bansko pusieron esta inscripción sobre el monumento erigido a este gran poeta nacional, situado en el patio junto al campanario. El complejo incluye también el pequeño templo de Paisii de Hilendar.
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Si pasan por Bansko sin duda escucharán el sonido de las cuatro campanas que fueron hechas 60 años después de construida la iglesia por los hermanos Veleganov. Las autoridades permitieron la instalación de este símbolo cristiano gracias a otra astucia: sobre la mayor de las campanas los artesanos escribieron “Hecha durante la época del sultán Hamid II”. La inscripción está ahí hasta hoy en día pero difícilmente puede ser vista. Sin embargo, con toda seguridad los visitantes sentirán la tranquilidad del templo. Es una tranquilidad cargada de fe y amor por la patria, conseguida con mucho sacrificio y confianza en las fuerzas del bien.
Versión en español por Ruslana Váltcheva
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