En el rincón suroeste de Bulgaria, en proximidad a la frontera con Grecia se encuentra agazapada la localidad más pequeña de Bulgaria. Es la fabulosa Melnik, localidad de plátanos centenarios, de dos hileras de casas de la época del Renacimiento Nacional bordeando las márgenes del río y de habitantes que caben en dos o tres autobuses.
A esta pequeña localidad se le conoce también en el extranjero por su arquitectura autóctona y su vino embriagador que gustaba de beber el propio Winston Churchill quien cada año encargaba que le llevaran a Gran Bretaña ese “elíxir de Melnik”.
Por entre las tabernas en esta pequeña localidad museo descuella una que se puede calificar con razón de la tasca de los poetas, el vino y el amor.”Le dicen La Buena que es para Buena Gente”, dice el tío Ilia, cantinero ocurrente con alma de poeta y filósofo. Acuden a la tasca poetas, escritores, pintores, actores. Es un recinto en que se gastan bromas y se dicen jocosidades y nacen obras maestras “del cuerpo, la inteligencia y el espíritu”.Sólo allá se está escanciando el vino de color rubí llamado “vino del amor” o “rompecamas”.Como tapas se sirve “queso sabrosón”.Se comen ”frijoles mantequilla” y “cabezas de cordero inteligentes y de luengas lenguas”.Los parroquianos empinan el codo “por la crisis y para después de ésta”, dice el tío Ilia y enseña una foto en que aparece retratado al lado del destacado poeta Evtim Evtimov, gran maestro de la lírica amorosa. En el dorso de la foto el vate ha escrito una dedicatoria en la que se lee:”Al gran poeta Ilia Gurchev de parte de su cantinero personal Evtim Evtimov”.Los dos trabaron amistad en una de las veladas de la poesía que se solían organizar en Melnik y en las que antes participaban los poetas nacionales más egregios y colegas suyos de Macedonia y Grecia.
“Guardo recuerdos estupendos de Evtim Evtimov, dice Ilia. Una noche se organizó una reunión de poetas a la que acudió también Evtim acompañado de amigos y colegas. Nos tomamos unos tragos y los poetas cobrando mayor desenvoltura comenzaron a recitar sus versos. Fue una velada muy emotiva e inolvidable. Por esta taberna también han pasado diferentes cantantes. A veces llegan unos músicos de la ciudad de Petrich, tocan temas del género pop folk y amenizan el ambiente”.
El tío Ilia ha heredado su mentalidad de hombre campechano y ocurrente de su abuelo y su padre, Iván Gurchev, pionero en la difusión del cine en la región. Ilia lleva 23 años regentando la tasca favorita de los poetas en Melnik:
“La taberna la he heredado de mis abuelos. Cuando mi abuelo se casó con mi abuela eran los dos gente pobre, ni siquiera tenían en casa tenedores ni cucharas. Sin embargo, mi abuelo era persona muy ocurrente y tenaz. Se dedicaba a la fotografía , también se le daba la profesión de médico veterinario. En aquella época había en Melnik gran número de asnos, mulas, cabras. Mi abuelo le ayudaba a la gente y se le apreciaba mucho por esto. También tenía un local en la planta baja en el que era tabernero. Construyó una máquina bastante primitiva pero avanzada para aquella época en la que hacía limonada. Vender limonada en aquellos años era como vender coca-cola hoy. En la época comunista , sin embargo, le nacionalizaron aquella taberna. Tendría yo entonces unos cinco años y recuerdo que tenía una pequeña tricicleta. Le decomisaron hasta este vehículo infantil. Se lo quitaron todo: el inventario, el dinero disponible en caja, la máquina de hacer limonada, los productos, el embalaje. Mi abuelo siguió ocupándose de agricultura mientras mi padre se puso a difundir el arte cinematográfico. En aquellos años no había aún corriente eléctrica en la zona y mi papá trajo un agregado que desarmaba en tres partes: chasis, radiador y dinamo. Las cargaba en lomo en burros , recorría las aldeas y proyectaba películas. Aquello era algo muy espectacular. Mi padre dedicó más de 30 años al cine. La gente le cogió mucho cariño e incluso hoy se le recuerda con gran cariño”.
En el interior de la vieja taberna se ha conservado el espíritu de los hábitos, costumbres y tradiciones de Bulgaria.
“Todas las cosas que ven vds. ahí son de mi familia. En esos recipientes he comido, en ellos mis padres han preparado pan, hojaldres. La caldera que ahora está ahí en el estante , en mi infancia estaba colocada sobre la estufa y en ella se calentaba el agua para el baño, dice Ilia”.
Hoy en día la tasca no sólo atrae a poetas y artistas sino también a gran número de turistas. Hay un panel, colocado sobre la puerta de entrada, que dice .”Acogemos a visitantes despedimos a amigos”.En julio y agosto van a la taberna muchos extranjeros , entre checos, polacos, franceses, norteamericanos, asiáticos para catar ese “vino del amor” hecho de uva de la vid ancha de Melnik, dice Ilia. Le da pena comprobar que los búlgaros se han vuelto muy pobres y que muchos no pueden permitirse el lujo de disfrutar de las bellezas de la patria:
“Así se irán algunos de este mundo sin haber visto Melnik. Hay personas que ya han ido al Espacio pero hay búlgaros que ni siquiera pueden ir a Melnik. Es cierto que no somos un balneario marítimo pero hay personas que se morirán sin haber visto ni siquiera el mar, dice Ilia”.
Sin embargo, sigue siendo un hombre optimista. No puede ser de otra manera, ser optimista es cualidad obligatoria en la tasca de los vates, el vino y el amor.
Versión en español: Mijail Mijailov
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