Hoy Bulgaria está de duelo, en memoria de las 15 víctimas de una explosión que se produjo en la fábrica de municiones próxima a la aldea de Gorni Lom, en el noroeste del país. Las banderas nacionales sobre todas las instituciones estatales están a media asta. La mayoría de las formaciones políticas han anulado sus actos públicos programados para clausurar hoy su campaña electoral. A raíz del trágico accidente, el patriarca Neofit, máxima autoridad de la Iglesia Ortodoxa Búlgara, ha remitido una carta de condolencias a los familiares de las víctimas.

¿Qué fue lo que ocurrió?

La explosión se produjo a las 4.58 p. m. del día 1 de octubre. El horror se apoderó de Gorni Lom y no amaina. Todos los trabajadores (13 hombres y dos mujeres) que laboraban a dos turnos en los talleres de la planta militar Midzhur perecieron al instante.

Tsvetan Antov, ingeniero energético de la planta, comentó: “Lo que ví fue horrible. Todo había quedado destrozado. No habían quedado puertas ni ventanas. Lo único que hice fue cortar la corriente eléctrica. No me dejaron subir…”

Señaló que se trabajaba sin recesos, en 3 turnos de a 8 horas, las 24 horas del día. Para cobrar el sueldo, los trabajadores debían cumplir una norma porque se había recibido un pedido de desactivación de minas antipersonales griegas. “Todos sabíamos que había peligro pero cada uno luchaba por el sustento. El paro en esta zona es altísimo”.

La retribución era mísera, equivalente a 120 euros al mes. Los trabajadores ponían en riesgo su vida por un trozo de pan, en el sentido literal de la palabra.

Las minas habían sido traídas a los talleres un día antes de la tragedia. Fueron suministradas directamente de Grecia con 7 grandes camiones de transporte internacional. En el primer taller se desactivaban sus detonadores. En el segundo taller las minas eran cortadas en tornos para extraer el trinitrotolueno que contenían. Según la gente de Gorni Lom, en la empresa trabajaban 50 personas. La tragedia es un hecho, y ahora nos preguntamos si es producto de un error humano o es fruto del desacato de las leyes y normas de trabajo.

La mayoría de las víctimas son jóvenes, de 24 a 40 años de edad. El dolor humano es inmenso. Un equipo de psicólogos profesionales, voluntarios de la Cruz Roja de Bulgaria, se ha desplazado de inmediato al lugar de la tragedia para brindar asistencia a los familiares de las víctimas.

La investigación continúa.