Íbamos a inaugurar el Teatro Estatal de la Sátira con la pieza “El baño”, de Mayakovski, pero no teníamos final. El día del estreno todos estábamos preocupadísimos por ello – todavía éramos artistas jóvenes. Por mi parte sentía también curiosidad. Confieso que aparentaba mayor preocupación de la que experimentaba en realidad porque tenía confianza total en el director de escena Surchadzhíev; es que me parezco en mucho a él. Me gusta trabajar con gente iluminada en el último momento por buenas ideas que ponen un buen punto final. Nos dijo que comenzáramos tranquilos la función, que en el entreacto nos diría cómo sería el final. Así fue; en el descanso nos reunió y dijo: “Ya tengo el final, no se preocupen”. La máquina del tiempo tamiza el bien del mal y separa a los personajes positivos de los negativos. A los positivos los alumbrará la luz, el escenario girará para trasladarlos al futuro, y nosotros, los personajes negativos debíamos desplomarnos en la oscuridad y arrastrarnos. Le preguntamos dónde debíamos caer y él respondió: “Donde mejor les parezca”. Nos pareció que lo mejor era hacerlo en el foso de la orquesta. Nos caímos todos, amontonados como en una hecatombe, y nos arrastramos en ese infierno en la oscuridad, con destellos de una luz misteriosa aquí y allá. Era algo que Surchadzhíev ya había planeado, tenía muy claro dónde nos íbamos a caer pero no nos lo había dicho para no alarmarnos. Nunca me olvidaré de esta inauguración. Fue muy en el estilo de todo nuestro trabajo, fruto del esfuerzo del irresistible y extraordinario director teatral, Stefan Surchadzhíev.
En 1957, el Teatro Estatal de la Sátira comenzó a escribir su historia con la puesta en escena de la pieza “El baño”; memorias de aquel momento, narradas por la gran actriz búlgara Stoyanka Mutáfova. En aquellos años no había manera de que la creación del Teatro de la Sátira no obedeciera al imperativo de la época. Nuestra primera voz de recién nacido no es un llanto sino un grito claro e inequívoco: ¡Somos un teatro de propaganda! Aunque muy jóvenes todavía, desde el día de nuestros primeros pasos nos esforzaremos por mantenernos firmes sobre nuestros pies, izar la lanza de la risa y la maza de la sátira, y unirnos a las filas de los luchadores por el comunismo, escribió el fundador del teatro, Stefan Surchadzhíev. He aquí un extracto de una entrevista con él, hecha poco antes de la inauguración del teatro.
Compañero Surchadzhíev, además de” El baño”, de Mayakovski, ¿están trabajando ustedes en algo más?
Hemos preparado tres espectáculos. El segundo será una compilación de obras satíricas de autores búlgaros enmarcadas en un molde teatral especial: con presentador, música y canciones.
¿Qué otras obras se proponen incluir en la cartelera en un futuro?
Hemos preparado también un espectáculo titulado “La sátira a través de los siglos”, comenzando desde Aristófanes y Juvenal, pasando por la Edad Media y el Renacimiento para llegar hasta nuestros días. Todo: el vestuario, el decorado y la música serán de la época, pero cada una de estas obras será actualizada encontrando en ella elementos que suenen a modernidad”.
No obstante, el teatro a menudo tuvo problemas con la censura y algunos espectáculos sufrieron cambios justo antes del estreno.
En los 60, del Teatro de la Sátira se hizo cargo el director Metodi Andónov, cuyas puestas en escena de obras de Gógol, Chéjov e Iván Vázov marcaron época. Montó la primera obra teatral del eminente maestro del verbo búlgaro, Yordán Radíchkov, titulada “Caos”, e hizo de la pieza “Baño romano”, de Stanislav Stratíev, un inolvidable éxito de cartelera.
Los directores Grisha Ostrovsky y Mladén Kiselov continuaron la tradición de realizar en el Teatro de la Sátira éxitos que se presentarían durante años como, por ejemplo, “Chaqueta de ante”y “El autobús”, de Stanislav Stratíev, y “Lazariada”, de Yordán Radíchkov, entre otros. Este último autor decía, refiriéndose a la puesta en escena de su obra Caos:
Recuerdo que había representaciones en que los actores se enardecían tanto, que mucho tiempo después de terminada la función, todavía mantenían esta alta temperatura interpretativa. Más de una vez los he escuchado decir que tenían deseo de salir en el proscenio y decirle al público que querían repetir el espectáculo recien terminado.
Posiblemente también nosotros cometeremos errores pero esto no nos inquieta porque iremos aprendiendo de ellos. A menudo diremos las cosas en broma pero tengan la certeza de que las pensamos en serio, declaraba Stefan Surchadzhíev en su discurso inaugural del Teatro de la Sátira. Lo dicho por él es una característica de este teatro hasta hoy en día. Los directores y actores de la compañía suelen hablar en broma pero piensan de forma muy seria y siempre han sido muy queridos por el público búlgaro.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Los países del Sudeste de Europa (SEE) han creado un Fondo de Cohesión para la cooperación en el campo de la cultura. La decisión se ha tomado en una reunión del Consejo de Ministros de Cultura del SEE, cuyo presidente el año pasado fue Bulgaria. El..
El Palacio Nacional de Cultura, en Sofía, sigue recuperando de forma activa su importancia como centro cultural. Después de fundar el Centro Nacional del Libro y Club Literario “Peroto” (en español, la pluma), la directiva de esta institución ha..
El 25 de enero de 1935, el rey Boris III promulgó un decreto por medio del que la radiodifusión en Bulgaria era declarada propiedad del Estado. Esta fecha es considerada como fecha de la fundación de Radio Sofía, que más tarde se convertiría en Radio..