Cuando la conciencia se ha purificado de las preocupaciones del día a día y las necesidades cotidianas, el alma vuelve la mirada hacia la luz de lo imperecedero. La belleza del mundo que nos rodea brilla con mayor fuerza y comenzamos a tratar con mayor cariño a las personas a nuestro alrededor. El corazón se abre para la caridad y la vida adquiere un sentido más amplio. Entonces nos damos cuenta que las preocupaciones cotidianas no son más que retos que nos hacen más fuertes y nos ayudan a apreciar y buscar el bien por todas partes.
En esto radica el sentido de los ayunos cristianos que cuatro veces al año ayudan a los fieles a recapacitar, valorar su vida y reordenar su escala de valores. La abstinencia de determinados alimentos en este caso no es una dieta común y corriente, sino una manera de lograr armonía entre el cuerpo y el alma.
“Comienza el periodo de los ayunos navideños. Todos se interesan qué es correcto hacer y qué es lo que debemos acatar. Dicho en breve, debemos abstenernos de consumir carne. El pescado es permitido en algunas ocasiones y los crustáceos se pueden consumir siempre. La comida es lo que debe interesarnos menos. Es más importante saber que estos ayunos están llamados a prepararnos para recibir la Natividad de Jesucristo, una fiesta vinculada con la gloria de Dios”, dice el obispo Tijon, de la catedral patriarcal San Alejandro Nevski de Sofía.
Durante los ayunos con frecuencia mencionamos la palabra humildad. A juicio del padre Tijon, esto significa “no tomarnos en serio” y no fingir que somos diferentes de lo que somos en realidad. “Lo que somos nos lo ha dado Dios. Debemos conservarlo y utilizarlo para el bien del prójimo”.
“Cuando nos preparamos para esta fiesta, mediante la cual Dios nos abre caminos para librarnos del pecado original, debemos agudizar nuestra conciencia para poder identificarnos con este mensaje. Si nos atenemos únicamente a las tradiciones populares como, por ejemplo, servir siete manjares sin carne en la mesa de Nochebuena, no habremos entendido nada. Debemos comprender la esencia de la fiesta que es aprender a amarnos unos a otros”.
Versión en español por Hristina Taseva
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