El 1967 fue el año en que de la cultura en Bulgaria se hablaba en términos como “frente cultural”. Se desarrolló el Primer Congreso de la Cultura Búlgara y la ideología obligatoria encargó la creación de determinadas obras en la literatura y en el resto de las artes. En los años 60 en Bulgaria, sin embargo, tuvo lugar la primera brecha en los tiempos modernos en un espacio monopolizado en que regían los mitos ideológicos. En 1967 fueron publicadas obras como “Cumbres”, de Konstantin Konstantinov, “Fragmentos”, de Atanas Dalchev y “Relatos Salvajes”, de Nikolay Haitov que eran predecesores de algo novedoso. Esto se dejó sentir enseguida. En las reseñas sobre “Relatos salvajes” se dice que de éstos emana una vivacidad vehemente y embriagadora, una irresistible fuerza búlgara, una pureza interna, profundamente escondida y cautivadora”.
Parece que Nikoay Haitov accedió a la literatura por causalidad. De profesión era ingeniero paisajista. Fue despedido por razones disciplinarias y fue excluido del Partido Comunista, le fue dictada una condena de 8 años en reclusión rigurosa que posteriormente fue cancelada. Durante dos años, Haitov tenía que encontrar sustento para su familia. Comenzó a escribir reportajes, después salió su primer relato, después el segundo y el tercero. Sin embargo, la idea de su mejor libro fue madurando durante años y apareció en las páginas de su diario del año 1960. “Elaboré un plan de trabajo para mis “Leyendas rodopianas”. Estos relatos deben parecerse a “Leyendas de la Codillera de los Balcanes”, de Yordan Yovkov, uno de los clásicos de la literatura búlgara, a pesar de que no son tan buenos. Sobre las leyendas todavía no se ha pensado mucho y en ellas debe haber algo legendario como el amor, la fuerza satánica, o una hazaña en aras del bien de los niños”.
¿Cómo trabajaba el escritor para crear su obra maestra?
He aquí su relato en primera persona. Es una grabación del Fondo de Oro de Radio Nacional de Bulgaria.
“Mi modo de trabajar es el siguiente: mientras viajo mantengo conversaciones sobre acontecimientos que sucedieron en un determinado lugar. Utilicé este material en mis monografías dedicadas a diferentes pueblos, a mi aldea natal, a la ciudad de Smolian. Se trata de sucesos de los cuales he oído por casualidad. Los anoto en un cuaderno, luego esta información reposa, no la manejo durante dos o tres años. Hay cosas que he anotado y de las cuales no dejo de acordarme. Evidentemente en ellas hay una energía oculta y poco a poco se produce un impulso emocional. Comienzo a imaginarme algo, a agregar nuevos elementos, a ordenarlos, a buscar el final y el sentido. Así con el pasar del tiempo el relato adquiere una forma y lo escribo en unos cinco o seis días. La colección “Relatos Salvajes” la escribí en 5 meses. Estos cuentos fueron recapacitados y vividos antes de esto. Escribirlos fue un asunto técnico”.
“En mi caso las cosas son así. Desde fuera algo toca mi corazón. Hay algo bello que me fascina y que despierta mi sensibilidad. Cuando la idea tome forma comienzo a escribir. Lo interesante es que siempre invento el final. El relato se puede iniciar por cualquier parte y se le puede poner el punto final dondequiera que sea. Lo importante es que termine de una manera que transmita la idea de un modo artístico. En el ámbito de la construcción esto se llama “edificar la cúpula”. Cuando se yergue una iglesia lo más difícil viene cuando se llega al final y hay que acabar la cúpula. Más o menos mi modo de escribir se parece a esto”.
Relatos salvajes presentan “costumbres y espiritualidad que van desapareciendo, brotes de pasiones y relaciones humanas que caen en el olvido”, señala el crítico literario Yordan Vasilev. Admirada por los lectores y la prensa, la colección “Cuentos salvajes” cosechó un éxito categórico y en 1969 a Haitov le fue otorgado el premio a nombre de Georgi Dimitrov. Siete años después de la publicación del libro estalló una enérgica polémica a causa de una inesperada afirmación de la crítica “científica”, según la cual, “son dudosos los valores morales del libro”. De todos modos en los próximos años estos debates fueron desapareciendo y los “Relatos salvajes” quedaron indómitos. Y tal vez por esto son unos de los mejores en la literatura contemporánea búlgara.
Versión en español por Hristina Taseva
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