Los primeros días de 2015 dieron motivos para esperar cierta evolución en las relaciones entre Bulgaria y Macedonia. El primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, fue interpelado en el Parlamento sobre la política de Bulgaria hacia ese país vecino. Luego, el ministro de Exteriores búlgaro, Daniel Mitov, se entrevistó con el embajador de Skopje en Sofía, Blagoi Handzhinski, para acordar los pasos a seguir con el fin de potenciar la colaboración entre los dos países. Quedó claro que la postura de Bulgaria respecto de la perspectiva europea de Macedonia desde el primer gabinete de Boko Borisov hasta hoy no ha variado.
Lo mismo que el primer gobierno Borisov, el actual gabinete, el segundo presidido por el partido GERB, apoya la integración de Macedonia en la OTAN y en la UE, y está dispuesto a prestar ayuda experta al país vecino en temas concretos asociados a la experiencia búlgara en el camino a la integración en la UE y en la OTAN.
El apoyo, sin embargo, no es incondicional y dependerá de la firma de un Acuerdo de Buena Vecindad y Colaboración basado en la Declaración de Buena Vecindad suscrita por los primeros ministros de los dos países en 1999. En esencia, con este acuerdo, Bulgaria pretende dar fuerza jurídica a la declaración sin plantear requisitos complementarios a Macedonia. No obstante, Skopje tiene determinadas reservas en este sentido.
Bulgaria desea, asimismo, conmemorar conjuntamente aniversarios y fechas históricas, y homenajear a personalidades comunes de los dos países y pueblos, como podría ser el homenaje conjunto de San Cirilo y San Metodio en Roma.
De momento, de parte macedonia no se ha recibido una respuesta clara. Han sido creados grupos de expertos a nivel de Ministerios de Asuntos Exteriores para consultas sobre el acuerdo de buena vecindad pero la inestabilidad política en los dos países durante los últimos años ha dificultado su trabajo.
La reunión celebrada la semana pasada por el jefe de la diplomacia búlgara, Daniel Mitov, con el embajador macedonio en Sofía, Blagoi Handzhinski, generó expectativas de una evolución positiva e inclusive de una reunión de los titulares de Exteriores de los dos países para impulsar el diálogo político al más alto nivel. De este diálogo depende no solo la perspectiva europea y atlántica de Macedonia, sino también el avance de proyectos, relevantes en los planos bilateral y regional como, por ejemplo, la creación de nuevos puestos de control fronterizo, la realización de la conexión de las redes de transporte ferroviario de los dos países, la ejecución del Corredor paneuropeo entre el litoral búlgaro del Mar Negro y el puerto albanés de Valora vía Macedonia.
La apuesta es significativa. De momento el avance es escaso y, lamentablemente, las relaciones búlgaro-macedonias siguen siendo problemáticas.
Versión en español por Raina Petkova
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