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Sofía busca pero todavía no ha encontrado una alternativa real al gas ruso

Foto: Archivo

La semana pasada durante su visita oficial a Eslovaquia, Daniel Mitov, ministro de Exteriores búlgaro, debatió la llamada propuesta eslovena Eastring, para la construcción de infraestructura de gas natural a través de la cual el sudeste europeo recibirá combustible azul del norte y del oeste. La infraestructura en cuestión podría conectarse con el hub turco que está previsto que se realice con el proyecto Flujo Turco y permitiría suministros de gas a través de Turquía desde la región del mar Caspio, Iraq, Irán y el Mediterráneo Oriental. Después de la visita del ministro Mitov a Eslovaquia, las conversaciones sobre la propuesta Eastring continuaron a nivel de expertos en Sofía y el domingo quedó claro que Bulgaria, Rumania, Hungría y Eslovaquia están muy cerca de la firma de un memorando de construcción del gasoducto Eastring desde la frontera eslovaco-húngara hasta la búlgaro-turca. El gasoducto empezará a explotarse en 2018 y su potencia podría alcanzar hasta 40 mil millones de metros cúbicos de gas al año. 

Un día antes de que el ministro Mitov visitara Eslovaquia, el premier, Boiko Borisov, debatió en Sofía con el presidente azerí, Ilham Aliev, la idea de descongelar el proyecto Nabucco de gasoducto transcontinental.  Este proyecto, a semejanza del gasoducto Eastring, suministraría a Bulgaria gas de origen no turco. Borisov dijo que junto con Aliev plantearían el asunto ante la CE pero expertos señalaron que en realidad el proyecto del gasoducto Nabucco Oeste no fue cancelado con una resolución política, sino con una resolución de sus accionistas. 

Es comprensible la insistencia con la cual las autoridades búlgaras buscan una alternativa de los suministros de gas rusos, teniendo en cuenta que se espera que el tránsito a través de Ucrania sea cancelado. El Gobierno interino que precedió el actual Gabinete de Boiko Borisov y que adoptó medidas para prevenirla ya guardaba recelos de una crisis de gas como la de 2009. Se mantenían conversaciones con Atenas, capital con la cual Sofía tiene firmados acuerdos para recibir gas en condiciones de crisis, pero en caso de una crisis, la propia Grecia se vería abocada a la escasez de combustible azul. En ese momento se concebían como una variante más importante los suministros de gas azerí en el marco del proyecto del Corredor de gas meridional. Bulgaria tiene un contrato con Azerbayán de importación de mil millones de metros cúbicos al año del yacimiento Shah Deniz, pero la construcción del respectivo gasoducto comenzó apenas en 2014. No han sido construidas las conexiones que son parte del sistema búlgaro de tránsito con Turquía y Grecia y de las cuales se habla desde hace años.

Son comprensibles los esfuerzos de Bulgaria de superar su casi exclusiva dependencia de los suministros de gas ruso, pero evidentemente no es así para la CE. La edición electrónica EurActiv, próxima a la CE, informó ayer que en Bruselas un consejero de la dirección Energía, adscrita a la CE, constató públicamente que a Bulgaria le falta voluntad política para construir conexiones de gas con los países vecinos para reducir su dependencia del gas ruso. A su juicio, existen muchas posibilidades que no se aprovechan a causa de restricciones regulatorias a consecuencia de disuasión política. A juicio del consejero, la CE ya ha dado suficiente dinero para el gasoducto con Serbia, pero éste no se cumple por falta de deseo de las autoridades locales. Lo mismo se refiere al gasoducto con Grecia. El experto dirigió críticas en lo referente a las relaciones entre Bulgaria y Rumanía y Bulgaria y Turquía, que no pueden ponerse de acuerdo en lo que a los nuevos gasoductos se refiere. Según el representante de la CE, sobre el telón de fondo de estos problemas a Bulgaria no le conviene hablar de un nuevo Nabucco.

Dadas las circunstancias, a fecha de hoy, las posibilidades de una alternativa previsible de los suministros de gas ruso no son claras, al menos a corto plazo. Se sobreentiende, sin embargo, que teniendo en cuenta la necesidad de construir nuevas infraestructuras gasísticas y a base de acuerdos con países vecinos la alternativa es alcanzable, no a corto, sino a mediano plazo, y probablemente a un precio más alto.

Versión en español por Hristina Taseva



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