Un grupo sólidamente armado y bien preparado estremeció, el pasado fin de semana, a Macedonia dejando a decenas de muertos y heridos en Kumanovo después de un tiroteo con la policía. El presidente, George Ivanov, interrumpió su visita a Rusia y tras una sesión con el Consejo de Seguridad Nacional manifestó que la policía había prevenido ataques terroristas coordinados en diferentes regiones del país y que los miembros del grupo son extremistas y delincuentes con notable preparación y habilidades militares, con experiencia bélica en la región y en el Oriente Próximo. A juicio de Nikola Gruevski, se trata del grupo terrorista más peligroso en los Balcanes.
Como era de esperar, esto suscitó amplias reacciones de políticos de la región y del mundo que se mostraron preocupados por la situación. En una declaración especial, el secretario general de la OTAN, Yans Stoltenberg, insistió en que todos los líderes políticos y comunitarios aúnan sus esfuerzos para restablecer la tranquilad y se realice una investigación transparente de lo ocurrido que será del interés del país y de toda la región.
Sin embargo, es poco probable que los acontecimientos hayan terminado y no debemos concebirlos como una sorpresa. Se podía esperar un desplome en la seguridad internacional del país y tenía que esperarse después de tan larga crisis política y parlamentaria en que la oposición no participa en la actividad legislativa y los socios de coalición afrontan graves contradicciones incluso en su actitud hacia el presidente. La crisis política y parlamentaria, y las contiendas irreprimibles no solo en la comunidad política macedonia, sino también en la albanesa, parte de la cual está en la oposición. La crisis política y parlamentaria se da además sobre el telón de fondo del problema con el nombre de Macedonia que obstaculiza su adhesión a la OTAN y a la UE y, con el grave problema del reconocimiento de la autocefalía de la Iglesia Ortodoxa Macedonia que la coloca en una posición específica en la comunidad ortodoxa internacional.
Profunda crisis parlamentaria y política, junto con las formaciones paramilitares que existen desde la época del conflicto étnico de 2001, que vuelven a reclamar la creación de la República de Ilirida e insisten en que los factores internacionales hagan que las autoridades macedonias la acepten porque, de lo contrario, aniquilarán todos los Balcanes. Formaciones paramilitares que datan de 2001, pero en cuyas filas hay combatientes de experiencia militar del Oriente Próximo y, probablemente, del propio Estado Islámico. Evidentemente, lo que ocurre en Macedonia necesita no solo de una investigación, sino de un análisis político muy profundo.
Versión en español por Hristina Taseva
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