Por tradición, también este año, el 24 de mayo, Día de la Escritura Eslava y de la Cultura y Enseñanza nacional, una delegación búlgara rendirá homenaje en la tumba de San Constantino-Cirilo en Roma quien, junto con su hermano Metodio, creó la escritura eslava. Parte del programa será la audiencia con el papa Francisco, que este año será obsequiado con un icono con la efigie del monje búlgaro Paísiy de Jilendar. Su libro titulado Historia eslavo-búlgara, escrito en 1762, tuvo un papel crucial para el Renacimiento Nacional (siglos XVIII y XIX) en los años de dominio otomano. El icono es obra de Adriana Lúbenova, docente en la cátedra de Teología de la Universidad Paísiy de Jilendar de Plóvdiv.
“Elegí el icono de Paísiy porque, a pesar de que los isoapóstoles Santo Cirilo y Santo Metodio hayan creado el alfabeto eslavo dándonos de esta manera la escritura, es Paisij quien nos hizo despertar de la oscuridad y nos convirtió en nación. Hablaba de identidad nacional, algo tan importante incluso hoy en día, en tiempos de la globalización”.
Adriana Lúbenova escribe el icono de Paísiy de Jilendar por tercera vez. La primera que lo hizo, regaló el icono con la imagen del autor de la Historia eslavo-búlgara al Patriarca de Rusia durante su visita a Bulgaria. Obsequió el segundo a la Universidad de Plóvdiv. La idea de regalar un icono al papa Francisco nació cuando, como miembro de la Junta Directiva de la Asociación de las Escuelas Búlgaras en el Exterior, fue invitada a asistir al homenaje en Roma junto con los niños búlgaros que residen y estudian extrafrontera del país. Están organizados por Petya Tzáneva, directora de la Primera Escuela Secundaria Búlgara en España.
“La iniciativa de Petya Tzáneva nació espontáneamente –dice Adriana– . Es importante que los niños de las escuelas búlgaras en el extranjero vayan a la tumba de San Cirilo el Filósofo; de esta manera la historia de Bulgaria se convertirá en algo vivo para ellos, no la consebirán sólo como una lección cuelquiera del manual. Petya Tzáneva organiza a unos 300 niños de 6 países diferentes, que participarán en las celebraciones en Roma dedicadas al 24 de mayo”.
La causa por la que Adriana se siente unida a los búlgaros por el mundo es que ella misma vivió durante años en el extranjero. A los 15 años de edad se fue a los EE.UU. Se graduó en escultura, además tiene tres maestrías: en pintura eclesiástica, en teología y en arqueología.
”He vivido durante 16 años en los EE.UU. y he enseñado en la escuela búlgara en Washington. Para los niños que viven fuera de Bulgaria, la historia del país se reduce hasta la ciudad de los abuelos, la casa o el pueblo. Para ellos la historia debe ser presentada de una manera más atractiva para despertar su interés y su identidad nacional. Es lo que les he enseñado y en lo que me he esforzado”.
En Bulgaria Adriana trabaja también con varias organizaciones no gubernamentales como Mundo paralelo, una asociación de madres de niños con autismo. Es coordinador de programa de la Fundación Mi Museo, donde se elaboran programas educativos para hacer de los museos lugares atractivos de visitar por los niños.
“Actualmente trabajo en varias iniciativas sociales –agrega Adriana Lúbenova– , uno es la creación de programas para niños con discapacidades. Buscamos la manera de incluirlos en la vida cultural de la ciudad. Con los estudiantes de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de Plóvdiv tenemos un club de escritura de iconos y de teología, en el que ellos trabajan con niños de diferentes edades. En el verano de este año, con el Museo de Historia de la ciudad organizamos por segunda vez un campamento histórico-arqueológico”, termina diciendo Adriana Lúbenova.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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