“Quien roba a su papá y a su mamá y dice: “esto no es un pecado”, es cómplice de ladrones”. Así lo enseña el libro “Las parábolas de Salomón” en las Sagradas Escrituras.
Según el Código de Seguridad Social desde el pasado día 1 de julio se han empeñado en enderezar una injusticia, que persistía desde hacía décadas, y elevar el mísero nivel de vida de los jubilados. Junto con el salario mínimo interprofesional fueron actualizados los ingresos de la gente de la tercera edad, o sea, las pensiones, utilizándose a tal efecto nada menos que la llamada “regla suiza”, es decir subiendo las pensiones con un porcentaje igual a la suma formada por la mitad del crecimiento de la cotización a la Seguridad Social y la mitad del IPC en el pasado año 2014.El resultado ha sido un aumento de un 1,9 %.Así la pensión mínima ha pasado de 78 euros con 99 céntimos a 80 euros con 50 céntimos. La pensión social por vejez se sitúa ahora en casi 59 euros. Fue fijado también un techo para las mayores pensiones, de 465 euros. En este orden de cosas, cabe mencionar el umbral de la pobreza en Bulgaria, calculado para 2015, de 145 euros.
No hay que ser muy ducho en matemáticas para caer en la cuenta de que el “aumento” le permitirá al pensionista búlgaro “aflojar su bolsa” y agregar a sus compras mensuales la de dos pasteles “más lujosos”, con salchichas, por ejemplo. ¿Cómo acogen los jubilados este incremento? Nos hemos topado en la calle con una señora jubilada y le hemos preguntado si está contenta con el monto de su pensión desde el pasado 1 de julio. Ella, sin embargo, no parece especialmente entusiasmada.
“No estoy contenta en absoluto. ¿Qué me puedo comprar con este euro y medio que es mi aumento de la pensión? Ni siquiera alcanza para medio kilo de queso. Tengo 30 años de antigüedad laboral pero mi pensión es baja. Cuando trabajaba, los jefes me pagaban las cotizaciones a la Seguridad Social sobre la base del sueldo mínimo. Vivo sola y ni soy capaz de pagarme las medicinas. Me privo de casi todo”.
Otra pensionista expresó, asimismo, su indignación y nos confesó algunos “secretos” para lograr llegar a fin de mes.
“Decir aumento significa exagerar demasiado. Se trata e una manifiesta burla. Lo que yo cobro como pensión son 80 euros por 34 años de servicio. Me cuesta apañármelas. me levanto a las 5 de la madrugada, voy a hacer trabajos de limpieza en los que me ganó otros 50 euros que se me van en medicamentos. Lo que me compro con la pensión suele ser pan, potes de yogurt. Si me privara sólo de una cosa estaría feliz, pero me privo de ciento una”.
La mujer reprocha por lo exiguo de su pensión al Gobierno de Iván Kostov. Durante la gestión de su gabinete se hizo la denominación de la moneda búlgara, la leva y así mil levas se convirtieron en una tras la hiperinflación en 1997 cuando en Bulgaria se estableció un Consejo de Control Monetario y la moneda nacional quedó anclada al marco alemán. Con aquellos tres ceros se esfumó también buena parte de las pensiones. ”Fue un expolio como ningún otro. Ahora los gobernantes nos dicen que son muy honestos. Pero viven en auténticos palacios, y nosotros, en unos pisos de 60 metros cuadrados”, se indigna la mujer.
La culpa por las pequeñas pensiones hay que echársela únicamente al ex primer ministro, Kostov. Es un pecado que ha de agobiar la conciencia de todos los políticos: de la izquierda, del centro, de la derecha. La transición de por sí no tiene culpa alguna. Cómo están las cosas hoy en Rusia país con el cual Bulgaria estaba en un mismo grupo antes de los cambios. En Rusia, lo mismo que en Bulgaria, el monto de la pensión a cobrar depende de los años de servicio, la edad y la razón para su pago. La diferencia reside en que en Rusia la pensión social mínima se encuentra vinculada con el umbral de la pobreza del cual no puede bajar. Actualmente, la pensión social media en Rusia equivale a 134 euros. Para Bulgaria la comparación resulta aún más dolorosa si se hace con los países europeos y por esto vamos a prescindir de ello.
Así, actualmente, resulta que la gente de la tercera edad, en vez de disfrutar de un merecido descanso sigue apretando el cinturón y los dientes y pagando las inaguantables facturas de calefacción central y de corriente eléctrica. Luego trata de repartir el resto de su pensión para comprar medicamentos y los alimentos de primera necesidad.
En realidad, son precisamente las personas de la tercera edad un grupo importante,que carga en sus hombros con el fardo más pesado del tributo que la sociedad esta pagando por la incuria, la desidia y la falta de sagacidad de los políticos.
Versión en español por Mijail Mijailov
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