A Grecia se le conceden apenas unos días para que solucione legalmente los requisitos de los acreedores. La deuda griega será “perfilada” si el Parlamento griego aprueba hasta el 15 de julio documentos legislativos básicos de reformas en el IVA, reestructure la Oficina Nacional de Estadísticas, efectúe cambios en el sistema de pensiones, entre otros. Parte del dinero – cerca de 50 mil millones de euros – que provendrán de privatizaciones será el dinero fresco que los bancos asegurarán a los jubilados y a los trabajadores en el país, para que sea posible el tercer programa de ayuda para Grecia y para satisfacer, por fin, al resto de exigencias de la Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo.
El acuerdo es un hecho. Pero, ¿dónde se han quedado los requerimientos y la dignidad del pueblo griego que protestaba y que más del 60 % de este dijo “no” a los acreedores hace un par de horas? Ya está creciendo el descontento, no sólo en la rama izquierda del partido gobernante, Syriza. Los que trabajan en los diferentes sectores que suministran beneficios para el país como el de turismo, la farmacéutica y otros, ya expresan la ira del griego de a pie. Y, ¿qué decir de los jubilados que difícilmente se tragarán el bocado de la revisión de las pensiones que en su caso los deja perjudicados?
Según el partido opositor, Nueva Democracia, y su lider, Vangelis Meimarakis, el nuevo acuerdo será para Grecia un “soplo de aire fresco” y el país podrá participar en los procesos de la Unión Europea. “No se pueden cometer más errores en Grecia”, considera la líder de PASOK, Fofi Genimata, la que comentó que, pese a las dificultades, esta situación es “una victoria de los socialistas europeos que se impusieron a los círculos ultra conservadores”.
Ahora la palabra la tiene el pueblo griego porque las privaciones y el apretar de cinturones serán más sensibles y más largos esta vez. Ya se están previendo protestas ilimitadas. En esta ocasión no se trata de orgullo e independencia de los ciudadanos griegos, sino de su supervivencia. Los líderes políticos y sus formaciones opinan que se ha logrado un éxito al suscribir el nuevo acuerdo y que el país, de momento, se está quedando en la zona del euro y en la Unión, mientras que la gente común y corriente, cada vez más, se distancia de los gobernantes y la política, cualquiera que sea esta.
Versión en español por Ludmila Sávova
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