No será exagerado decir que al término de la Década para la Inclusión de los Romá, se vuelven cada vez más marcados los síntomas de una exclusión duradera. Se puede arribar a esta conclusión en base a los datos de un sondeo nacional representativo efectuado por la Gallup International, Bulgaria.
“El bloque de preguntas sobre los gitanos fue incorporado al marco de este sondeo, con el fin de comprobar el comportamiento de los ciudadanos búlgaros con respecto a esta minoría, en relación con la tensión étnica surgida en los meses de mayo y junio en la aldea de Gurmen, en el suroeste de Bulgaria y en el barrio “Orlandovtsi” de Sofía, señala Dimitar Ganev, uno de los organizadores de la encuesta. A las personas encuestadas se les solicitó se imaginaran que el partido que apoyaban decidía promover en su circunscripción electoral a un candidato competente y honesto pero de la etnia gitana. Un 18 % ha señalado que votaría por él, mientras un 70 % no lo harían.
“Lo anterior viene siendo confirmado también por otras preguntas que hemos planteado con respecto a los terrenos profesional y político sobre si los encuestados aceptaban tener a un gitano por jefe, si el jefe de la comisaría de la policía pudiera ser un gitano, o bien, un oficial del ejército y hasta un vicepresidente de Bulgaria fueran de la etnia romaní - dice Dimitar Ganev -. Un 20 % de los ciudadanos búlgaros manifiesta cierta tolerancia mientras que la gran mayoría, de un 70 % mantiene postura de rechazo. Llama la atención también el que los habitantes de las grandes aglomeraciones urbanas, con guetos de gitanos, mantienen un comportamiento mucho más negativo con respecto a los gitanos en comparación con el que mantienen ante éstos los habitantes de los pequeños núcleos poblacionales. La postura ante los gitanos visiblemente no está influida por el nivel de estudios que uno tenga y así las personas de titulación universitaria no son más tolerantes que las que tienen estudios preuniversitarios”.
El comportamiento negativo aparece aún más acentuado en la esfera personal. Así, a la pregunta de si se casarían con un gitano o una gitana, sólo un 9 % de los encuestados responden en forma afirmativa, y un 85 % da respuesta negativa. Sólo un 4 % de los búlgaros étnicos señalan que contraerían matrimonio con un representante de la minoría gitana. El porcentaje sigue muy bajo también en la comunidad de los turcos étnicos, de un 6 % apenas.
Un 75 % de los encuestados están de acuerdo con la afirmación: “A los gitanos se les deja pensar que sólo tienen derechos”. Opinan lo contrario sólo un 13 % de los entrevistados. Esto es resultado del bajo nivel de integración en la sociedad, pero también de la percepción de que falta una clara voluntad del Estado para defender las reglas. Las distinciones políticas tampoco inciden sustancialmente en los comportamientos y así, incluso entre los partidarios del Movimiento por Derechos y Libertades, predomina el comportamiento desfavorable hacia los gitanos, aunque no sea muy acentuado. Esto se debe, asimismo, al hecho de que entre los simpatizantes de este partido hay gran número de gitanos. No difiere sustancialmente la postura de los turcos étnicos ante los romaníes en comparación con la que los búlgaros mantienen frente a éstos. Existen, eso sí, ciertos matices. Resulta así que la etnia gitana se encuentra aislada de la sociedad búlgara.
A pesar del negativismo generalizado la mayoría de las personas, no llega a extremos y tiene bien claros los principios comunes de la tolerancia. Un 64 % de todos los encuestados aceptan el planteamiento de que “es obligación de la mayoría búlgara garantizar derechos iguales a todos los grupos minoritarios”, frente a un 22 % que opina lo contrario. Más del 60 % de las personas entrevistadas coinciden en opinar que los gitanos no son capaces de integrarse ni siquiera con los esfuerzos a tal efecto que hace el Estado. En este tema probablemente exista una desconfianza doble: una hacía las comunidades gitanas y otra, por la capacidad de las instituciones y los políticos de solventar el problema. Más de la mitad de las personas entrevistadas opinan que son los políticos quienes atizan intencionadamente los problemas entre búlgaros y gitanos, mientras un 27 % se muestra en desacuerdo con esto.
“La Gallup International lleva 25 años haciendo sondeos cada mes sobre muy diversos temas - dice Dimitar Ganev -. Preguntas como las que hoy mencionamos se habían formulado también en 1994. Así nos hemos esforzado por establecer una comparación entre los resultados. Lo que vemos es que en 21 años se ha producido un retroceso muy grave en las relaciones entre búlgaros y gitanos. En este sentido, la tendencia es sumamente desagradable. Si esta tendencia no es frenada o reducida para invertirla en un momento, esto podrá generar una tensión muy grave en el seno de la sociedad búlgara. Tal tensión podría tener unas consecuencias desastrosas y lo digo en forma totalmente responsable”.
Versión en español por Mijail Mijailov
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