Como Sumo Pontífice de la Iglesia Católica Romana Juan Pablo II había efectuado más de un centenar de visitas oficiales a diferentes países del mundo. Fue el primer Papa que visitó una sinagoga, una mezquita y una iglesia protestante con lo cual envió un mensaje importante a los seres humanos sobre la necesidad de la tolerancia tanto entre las religiones como en las relaciones entre los Estados.
Su visita a Bulgaria en mayo de 2002 fue un acontecimiento de trascendencia extraordinaria para este país cuya imagen, sobre todo en el orbe católico, había quedado gravemente lesionada debido a una provocación durante la Guerra Fría. Los búlgaros y Bulgaria en su conjunto fueron involucrados en un monstruoso crimen: ll conato de asesinato del Papa juan Pablo II, el 13 de mayo de 1981, cuando en la plaza de San Pedro del Vaticano disparó contra él dejándolo herido Mehmed Ali Acga, miembro del grupo nacionalista turco “Los Lobos grises”.
Por esto tras la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Bulgaria y la Santa Sede, en 1991, una de las metas esenciales de la política exterior de Bulgaria era que el Papa Juan Pablo II accediera a aceptar la invitación de visitar Bulgaria. En 2001 un comité nacional promovió una campaña nacional durante la cual recolectó más de 20 mil invitaciones formuladas por búlgaros que luego fueron enviadas al Sumo Pontífice. El 12 de mayo de 2002.en el marco de la visita a la Santa Sede del entonces ministro búlgaro de Exteriores Solomón Passy los búlgaros pudieron escuchar la tan largamente esperada declaración de Su Santidad el Papa: Mi visita al país de Vds. tendrá por objetivo alentar a los hermanos y hermanas católicos en su fe y se ajusta a mi entrañable deseo de ver robustecidos los lazos entre la iglesia católica y la iglesia ortodoxa búlgara.
Oficialmente la visita se produjo por invitación de la Iglesia Católica en Bulgaria y del Estado búlgaro. El 23 de mayo, víspera de la fiesta más luminosa de Bulgaria, dedicada a los Santos Isoapóstoles Cirilo Y Metodio, el Papa Juan Pablo II pisaba el suelo búlgaro. En el Archivo Sonoro de Radio Nacional de Bulgaria se guarda un registro del mensaje de saludo en lengua búlgara del Para a su llegada a Bulgaria: Santidad, respetados miembros del cuerpo diplomático, estimados representantes del poder estatal, estimados representantes de los diferentes cultos religiosos, queridos hermanos y hermanas, con emoción y profunda alegría llego hoy a Bulgaria y les dirijo a todos mi cordial saludo. Le agradezco al Dios Todopoderoso el haberme otorgado el honor de materializar este deseo mío que he llegado durante mucho tiempo en mi corazón.
En tres días , del 23 al 26 de mayo, el Papa tuvo una agenda muy apretada y colmada de reuniones tanto con los representantes del poder estatal como con intelectuales y miles de ciudadanos llanos que lo vitoreaban en las calles y avenidas de Sofía y Plovdiv.
El destacado escritor búlgaro Yordan Radichkov se dirigió al Papa expresando: La visita a Bulgaria de Su Santidad es un honor extraordinario para nosotros. Coincide con la fiesta más luminosa y espiritual de los búlgaros, el Día de los Santos hermanos Cirilo y Metodio, del alfabeto y la escritura eslavos, de la cultura búlgara. Su Santidad nos ha concedido su alto honor también cuando proclamó a los Santos hermanos Cirilo y Metodio copatronos de Europa. Los pueblos pequeños somos iguales a los niños pequeños., nos alegramos con cada signo de atención por parte de los grandes. No conocemos la altivez y la soberbia que no nos gustan tal vez porque no hemos dominado a otros pueblos. Que me permita ahora Su Santidad esta mi reverencia y darle nuestra más cordial bienvenida a su llegada al suelo de Bulgaria. Este país tiene una pequeña extensión territorial pero los búlgaros tenemos un corazón grande en el que siempre cabe todo ser humano enviado por Dios.
La visita fue emblemática asimismo por las palabras del Papa Juan Pablo II en su reunión con el entonces presidente de Bulgaria, Gueorgui Parvanov: Yo nunca creí en la llamada” pista búlgara” en el atentado contra mí. Fue una insinuación y una injusticia.
Así el Papa eximía de toda culpa a los búlgaros Serguei Antonov, Zheliu Vasilev y Todor Aivazov, acusados por el autor del atentado Ali Acga de haber encargado el atentado. Vasilev y Aivazov estaban en Bulgaria cuando el juez instructor Ilario Martella dictó la orden para su arresto. Serguei Antonov sin embargo, se encontraba en Roma donde quedó detenido, investigado y entregado a un tribunal italiano. Pese al enorme tumulto, las pruebas recogidas por Martella resultaron inconsistentes y se vinieron abajo en el escandaloso proceso judicial en que fueron dictadas sentencias absolutorias.
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