Cuando puedes tocarla y olerla, saltar a pie juntillas a otro mundo, experimentar, sorprenderse. ¡Cuando puedes soñar! Es lo que piensan los creadores de Museico.
“Es una idea de la Fundación “América para Bulgaria”, realizada completamente por dicha organización”, explica Kalina Petrova, responsable de relaciones públicas del nuevo museo infantil. “Museico ha recorrido muchos países para llegar a Bulgaria. Y de todos los sitios que ha visitado ha cogido algo y lo ha traído a su casa. Aquí ha depositado todos sus hallazgos de la prehistoria, de nuestra actualidad y del espacio exterior. Los ha colgado en las ramas del Árbol, que es una complicada máquina que se activa por nuestros visitantes y emite sonidos. Nos enseña cómo se mueven los objetos en estado de ingravidez, qué es la molécula de ADN. Y todo esto ocurre mediante interacción con los niños”.
El centro de Museico lo ocupa su gigantesco Árbol, una enorme construcción que se mueve y que une el punto más bajo y el punto más alto del museo, así como la prehistoria y el espacio exterior. El espacio alrededor del Árbol está dividido en épocas: pasado, presente y futuro. En cada época, mediante exposiciones y juegos interactivos, se presenta lo más interesante de las correspondientes ciencias: arqueología, paleontología, geología del pasado, naturaleza y arquitectura del presente, e investigaciones espaciales, energía y comunicaciones del futuro.
A lo largo de la historia muchos filósofos y pedagogos han estudiado la importancia del juego, la inspiración y los experimentos en situaciones prácticas y con objetos reales para el desarrollo de los niños. Uno de los mejores modelos son los llamados museos infantiles. El primer centro de este tipo abre sus puertas en 1899 en Estados Unidos. Hoy en día son alrededor de 400. A menudo los museos infantiles no tienen colecciones propias pero ofrecen juegos especiales que estimulan la curiosidad y la creatividad de los niños (y de los adultos también). Uno de estos centros es Museico que fue inaugurado en Sofía el 1 de octubre. Es un lugar donde los niños, junto con sus padres y profesores, pueden pasar su tiempo libre de una manera activa y efectiva, divertirse y jugar en espacios comunes.
“Los niños que no hayan cumplido 12 años no podrán venir a Museico sin sus padres y para nosotros esto no es una limitación – dice Kalina Petrova. – Esta es la forma de adquirir conocimientos: implica que el adulto explique al niño la estructura de las cosas y las relaciones que hay entre ellas. El niño experimenta en un entorno real a través de juegos interactivos y espectáculos y esto es una excelente manera de estimular la buena comunicación con nuestros hijos.”
El contenido de Museico fue creado por más de 50 científicos famosos, pedagogos y diseñadores y sigue las tendencias actuales en la educación. Las actividades se basan en las teorías de aprendizaje a través del juego y actividades aplicadas, sugestopedia y otras técnicas de aprendizaje acelerado y de despliegue del potencial. El espacio es accesible para discapacitados, invidentes o personas con deficiencia auditiva, siendo gratis la entrada para ellos y para sus acompañantes.
Ver el mundo a través de la mirada de una rana, ser arqueólogo, arquitecto o constructor, entender el lenguaje del viento, la lluvia y las nubes, leer el cuento “biología”, dibujar, disfrutar, estudiar inglés en el lugar más mágico y no querer crecer. Estas son solo algunas de las maravillas que esperan a los niños y a sus padres.
El objetivo de semejantes espacios es cambiar por completo la infraestructura cultural y educativa de los lugares en los que aparecen, afirma Kalina Petrova. Muchas ciudades del mundo destacan precisamente por los museos infantiles alrededor de los cuales, con el tiempo, se van construyendo más espacios de interés para los más pequeños. Y ya que en los Balcanes no existe otro museo de este tipo, es una magnífica oportunidad que Sofía se convierta en un destino idóneo para los padres de toda la región que quieran compartir un inolvidable fin de semana con sus hijos.
Versión en español por Svetoslava Slavcheva
Fotos: Museico y Yordanka Ivanova
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