Tomislav Donchev, viceprimer ministro de Bulgaria, anunció recientemente ante el Parlamento nacional que Bulgaria se encontraba negociando con la Comisión Europea la eventual construcción hasta este país de una versión reducida del malogrado proyecto transeuropeo de suministro de gas ruso a través del gasoducto Corriente del Sur vía Bulgaria. El que Bulgaria esté celebrando negociaciones con la CE es estupendo siendo además una condición imprescindible porque el proyecto anterior fracasó, precisamente, por la presión de la CE y en virtud de las disposiciones de ésta.
Bulgaria se sintió fuertemente defraudada por lo ocurrido y se vio como víctima de la rivalidad entre dos superpotencias .No obstante ello, este país no ha renunciado a sus ambiciones de desempeñar un papel importante en el mercado gasístico europeo. Fue en ese momento cuando Sofía lanzó la idea, bastante frívola y vaga, de transformar a Bulgaria en un centro repartidor de gas con destino a países europeos próximos ylejanos. Tras dirigir Rusia, descontenta las condiciones y el comportamiento de Europa y, concretamente de Bulgaria, su atención a Turquía como trayecto alternativo para suministrar gas a Europa, la idea del hub gasístico en Bulgaria se quedó en vilo y fue elegantemente declinada por la Comisión Europea por la sencilla razón de que semejante hub gasístico en el litoral búlgaro del mar Negro simplemente no tendría qué repartir, excepto agua marina.
Los planes actuales de las autoridades búlgaras aparecen como mucho más realistaspero aun así siguen como las cuentas del Gran Capitán. Sofía, tras haberse yaescaldadouna vez con la intransigencia y la falta de comprensión por parte de Bruselas con respecto a sus apetitos en el terreno del gas, ahora ha decidido, primero consultar con Bruselas si desde allá le darán luz verde. Haciendo un buen número de salvedades, cabe decir que la probabilidad de que Bulgaria obtenga una respuesta positiva no es despreciable sobre el telón de fondo de las recias críticas contra la Corriente del Norte 2 y el fracaso más que probable de la Corriente turca. Si a esto sumamos el tránsito inseguro de gas ruso a través de la precaria y agitada Ucrania, Europa Central y Occidental posiblemente afronten un día un déficit de combustible azul. Bulgaria se ha dado cuenta oportunamente de esta posibilidad y ha decidido no desperdiciarla. El problema, sin embargo, consiste en ver si Rusia, queen una ocasión ya ha vertido un cubo de agua fría sobre las ambiciones gasísticas de Bulgaria, se fiará por una segunda vez de Sofía y decidirá invertir bastante dinero en un gasoducto hasta la costa búlgara del mar Negro. Pero, por otra parte, la propia Moscú está interesada en contar con un mayor número de usuarios dado que, además, la competencia avanza lentamente, y las tuberías se vuelven cada vez más problemáticas. Un día, igualmente malo, Rusia podrá resultar desbordada de su gas, pero sin posibilidades de suministrarlo a los usuarios de Europa. De manera que los nuevos planes urdidos en Sofía deberían tentar asimismo a Moscú.
Sigue pendiente el problema de quién sufragará los gastos de las obras de construcción del gasoducto a través de Bulgaria y hasta los usuarios en Europa. A estas alturas Sofía parece haber aprendido la lección y dice que buscará inversores en el sector privado.
Se desconocen todavía numerosos detalles y, probablemente, pase mucho tiempo antes de que se vuelva claro si este nuevo proyecto gasístico búlgaro tendrá su porvenir. Sin embargo, se puede asegurar desde ya queel proyectoa esta etapa es mucho más realista y los primeros pasos por el largo camino hasta su materialización han sido bien meditados. Así que no sería de extrañar que un día sea realidad una Corriente búlgara del gas.
Versión en español por Mijail Mijailov
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