El primer ministro de Bulgaria Boyko Borisov lanzó una auténtica bomba con su declaración de que espera que en 2016 el crecimiento del PIB alcance un 4,5%.¿Hay realismo o bien una mirada a través de gafas color de rosa detrás de esta expectativa? En realidad el pronóstico proferido por la boca del carismático Borisov suena más bien como instrucción para actuar y como un objetivo que hay que lograr. Tomislav Donchev , viceprimer ministro encargado de la política económica se apresuró a abrazar la idea manifestando que en el sector económico existía un potencial para ello pero reconoció, con todo, que era un objetivo bastante alto.
Según numerosos expertos y observadores no sólo se trata de un objetivo bastante elevado sino también demasiado ambicioso e irrealista, máxime sobre el telón de fondo de la política oficial promovida hasta ahora y también en el contexto de los factores que , según el primer ministro, conducirían a semejantes vertiginosas alturas económicas.
Según la política oficial , se espera que el crecimiento del PIB en 2016 sea de un 2,1%, con la esperanza de que pueda alcanzar un 3%.Siempre según la política oficial el objetivo y la tarea ante el país apuntan a conservar la estabilidad en todas las esferas. Signifique lo que signifique esto no se puede tratar, a ciencia cierta, de tal auge económico en el que ahora insiste Boyko Borisov. Es que un crecimiento del 4,5% frente al previsto, de un 2,1% no puede ser sino una “explosión” de la economía, con lo cual, lógicamente, no cabe hablar de ninguna estabilidad. Los expertos estiman que tal crecimiento provocaría sacudidas no sólo en el sector económico sino en todo el país y una serie de estructuras y ramos resultarán sin preparación para ello.
¿cuál es esta fuerza que, a juicio del primer ministro, encenderá la mecha de la bomba económica y colocará a Bulgaria en uno de los primeros puestos mundiales por su crecimiento económico? El consumo interno, dice el premier. Pero en este ámbito no hay ningún tipo de indicios importantes de cambios sustanciales que estén transcurriendo o que se producirán .Al contrario, reina la estabilidad tan acariciada por el primer ministro. Estabilidad al nivel más bajo posible en Europa cuando se consume sólo lo que sirve para la supervivencia física y, además, a los precios más bajos posibles, es decir, se consumen los productos de una ínfima calidad. No se perfilan en el horizonte aumentos de las retribuciones en el sector público, ni de los subsidios sociales, ni de las pensiones y las becas, y de los subsidios a los pobres y vulnerables. No hay nada que movería al búlgaro a comenzar a gastar de repente el doble de lo que están gastando ahora. En realidad se puede decir que con respecto al consumo la consigna de estabilidad en todo y en todas partes se traduce en una congelación de los ingresos y los precios.
Las inversiones extranjeras directas y los subsidios europeos podría ser un factor capaz de fomentar el crecimiento económico en el marco de un 1 o un 2% pero no hay indicios sobre próximos cuantiosos pagos y proyectos de envergadura. En este caso también se puede hablar de estabilidad.
Boyko Borisov está muy adicto al afecto del pueblo y sueña con ser la personalidad que les guste a todos y a cada uno. Además, no hay búlgaro que no sienta regocijo al ver que desde el puesto más encumbrado en el país se le prometen tantas cosas buenas. Si ocurren todos saldrán ganando, si no, se aducirán un montón de causas que no dependen de nosotros.
Versión en español por Mijail Mijailov
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