Actualmente todas las reformas relacionadas con la Educación son cuestión de arrojo. Es así como lo entiendo yo. Es mi paso para asumir esta responsabilidad como viceprimera ministra. Se pueden perder muchas cosas pero si uno pierde la valentía lo pierde todo y, en estos momentos, las reformas en la esfera de la Educación son cuestión de valentía. Así lo expresaba Meglena Kúneva en rueda de prensa en el Parlamento minutos después de haber sido elegida ministra de Educación y Ciencia de Bulgaria. Ella relevó al profesor Todor Tanev quien se había visito forzado a dimitir por los escándalos surgidos en torno a los nuevos programas y libros de texto. Estos escándalos generaron interpretaciones del tipo de “conculcamiento de lo búlgaro” y “desintegración de la identidad nacional”. De esta manera el profesor y politólogo Tanev se sumó al grupo de los ministros de Educación que habían caído en la trampa de la “bulgaridad lesionada” La sala plenaria no había visto polémicas tan acaloradas motivadas por el nombramiento de un ministro como las que se produjeron con el de Meglena Kúneva, viceprimera ministra por la cuota del Bloque Reformista, socio en el Gobierno. En fin, “todo está bien cuando termina bien”. Meglena Kúneva consiguió la cartera de ministra gracias a 104 votos de los diputados. Los gobernantes del partido GERB la respaldaron en bloque en la votación, pero lo hicieron tímidamente durante el debate. Kúneva obtuvo, asimismo, la aprobación de una parte de los militantes del Bloque Reformista, del Centro Democrático Búlgaro, el Frente Patriótico y los diputados independientes. Pese a las violentas críticas lanzadas por los adversarios de Kúneva, los resultados fueron de 66 en contra, 31 abstenciones, mientras 15 diputados por el Movimiento por Derechos y Libertades y el partido Ataka se ausentaban de la sala. Así, por enésima vez, funcionó el viejo truco para reducir el quórum, la viceprimera ministra obtuvo el puesto y se frustró una nueva sacudida en el Gabinete Borisov 2.
Les ofrezco una de las mejores joyas intelectuales que puedan existir actualmente en Bulgaria, la señora Kúneva”, decía su antecesor al presentar a la nueva ministra. Si seguimos en el campo del léxico profesional podremos recordar una de las joyas simbólicas de Madeleine Albright, el broche de vidrio destrozado, símbolo de que ella había logrado perforar el “techo de cristal” de un mundo machista y transformarse en la primera mujer secretaria de Estado de los EE.UU. Meglena Kúneva, por su parte, ha perforado “el techo de cristal” de la tradición en el Ministerio de Educación y Ciencia, y se ha convertido en la primera ministra que no es representante de este estamento. A quienes les reprochan que carece de la cualificación indispensable se les puede responder que seguramente habrá un Einstein búlgaro capaz de presidir este departamento, pero la política es harina de otro costal. Kúneva es uno de los rostros emblemáticos en la política búlgara, jurista de formación y con grado científico. La recordamos como ministra de Asuntos Europeos en los Gabinetes de Simeón de Sajonia Coburgo y Gotha y de Serguey Stanishev, como la primera comisaria europea búlgara en la comisión Barroso, encargada de la protección al Consumidor, como candidata a la presidencia de Bulgaria. El partido “Movimiento Bulgaria de los ciudadanos” que ella dirige se incorporó al Bloque Reformista y ahora forma parte del Gobierno. Como viceprimera ministra en el Gabinete de Boyko Borisov, sus compromisos prioritarios son el diseño de la estrategia de lucha contra la corrupción y los preparativos para la presidencia búlgara del Consejo de la UE en 2018. Uno de los “techos de cristal” que Kúneva deberá romper es la implementación correcta de los recursos en el marco del programa operativo de ciencia y educación que se deberán repartir hasta el año 2020 y ascienden a 1370 millones de euros con la cofinanciación nacional. Como ministra, Meglena Kúneva deberá romper también otros “techos de cristal” para demostrar que la cartera ministerial no la tiene por aspirar a más poder, sino porque “la educación tenga una mayor tracción hacia adelante”, para que haga realidad su idea de que “ la educación sea meta nacional” de Bulgaria para que la misma sea del acceso por igual de pobres y de ricos. Esperamos que Meglena Kúneva también proponga que se transformen en símbolos de la presidencia búlgara del Consejo de la UE en 2018, el alfabeto cirílico y la misión de los Santos Hermanos Cirilo y Metodio. Para así recordar que gracias a Bulgaria este alfabeto se ha transformado en europeo y que Bulgaria fue el país que dio acogida a los discípulos de los dos insignes educadores.
Versión en español por Mijail Mijailov
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