Bulgaria vivió tales situaciones en los años 2010 y 2011 siempre en los meses de enero y febrero. A los granjeros en Grecia les agrada protestar en los meses en que no hay faenas agropecuarias intensas y no se ha producido todavía la alta temporada turística en su país. En cambio, en Bulgaria se está ahora en plena temporada turística de invierno.
Las protestas este año parece que han infligido daños más graves, no sólo económicos sino también políticos. Con los nervios a flor de piel por las infructuosas conversaciones telefónicas con el primer ministro heleno, Alexis Tsipras, el premier búlgaro, Boiko Borisov, ha manifestado decepcionado que su Gobierno adopta una línea dura ante el problema y estima que la vecina Grecia tiene un comportamiento concreto respecto a Bulgaria, ya que no se cierran puestos fronterizos con otros países como sucede con los que los griegos tienen con Bulgaria. Al primer ministro búlgaro no le faltan fundamentos para sentirse defraudado. Tras haber declinado, en aras de la libre circulación de personas y carga, la insistente petición del Cuarteto de Visegrado de que Bulgaria construyera una valla en su frontera con Grecia para frenar la presión migratoria, este mismo principio de libre movimiento quedaba pisoteado por unas protestas de granjeros, en plena contradicción con las normas internacionales y ante la mirada impasible de las autoridades en el vecino país del sur. Desquiciado, el ministro de Transporte búlgaro, Ivaylo Moskovski, manifestaba, en tono inaceptable para una personalidad política, que el Estado griego había abdicado de la solución del problema puesto que no era capaz de detener a medio centenar de granjeros borrachos que se entretenían viendo la desastrosa situación de miles de camioneros bloqueados.
El Parlamento aprobó unánimemente una declaración exhortando a la CE tomar cartas urgentemente en el asunto e, incluso, incoar trámites de castigo contra el Gobierno heleno. Los diputados señalaron sus expectativas de que la parte griega no permitiera que la crisis causara un deterioro en los contactos bilaterales. En la práctica, empero, sí ha habido secuelas negativas para estos contactos, y no se podía esperar otra cosa tras un bloqueo de un mes de la frontera terrestre entre dos países, socios en la UE y aliados en la OTAN.
Tras la revocación del bloqueo por parte búlgara, el ministro de Transporte pidió disculpas por su tono abrupto diciendo que había “perdido los estribos”. Agregó, no obstante, que seguía apoyando cada una de sus palabras y que consideraba correcto y justo todo lo que había proferido. A propósito, el ministro búlgaro había llegado a decir que en Grecia no había gobierno.
El líder del partido VMRO, Krasimir Karakachanov, uno de los promotores de la declaración del Parlamento de Bulgaria comentó que se trataba de un problema político interno en Grecia y que por medio del bloqueo de la frontera algunos gremios y formaciones políticas en Grecia se permitían resolver sus problemas políticos internos perjudicando a centenares de miles de búlgaros.
Los transportistas y los turoperadores de ambos lados de la frontera siguen calculando sus pérdidas respecto a las cuales ya han aparecido datos preliminares. Los daños causados por el bloqueo del tránsito de cargas por espacio de casi un mes, han ascendido a decenas de millones de euros, repartidos entre los casi 8 mil camiones, la mitad de los cuales no son búlgaros sino austriacos, húngaros, checos, polacos. Por espacio de casi un mes, más de 200 pequeñas empresas, básicamente en el suroeste de Bulgaria, no trabajaron por falta de materias primas. En plena temporada turística de invierno miles de extranjeros se vieron obstaculizados en su viaje a los centros de montaña de Bulgaria. También se produjeron masivas cancelaciones de reservas de turistas búlgaros para balnearios griegos. Según turoperadores, más del 60 % de las reservas turísticas hechas por búlgaros para balnearios helenos, para el período del 3 al 6 de marzo, han sido canceladas. Ha ocurrido lo mismo con reservas hechas para las Pascuas de Resurrección y otras festividades. Una buena parte de los búlgaros simplemente ha decidido boicotear el turismo griego, a juzgar por grupos que hacen sus comentarios en Facebook. Aseguran que haya o no un bloqueo en la fronter, no viajarán a Grecia “para que el turismo de ese país no se beneficie por nuestra cuenta”.
Las colas de camiones en la mañana del lunes, tras suspenderse el bloqueo por parte búlgara, se habían reducido a los casi 15 kilómetros. Entre los conductores de esos vehículos pesados corrían rumores que las negociaciones entre los granjeros y el Gobierno de Grecia no se coronarán de éxito y la frontera volverá a ser bloqueada.
Versión en español por Mijail Mijailov
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