Al preguntársele estos días sobre si la legislación búlgara debe prohibir el uso del burka en lugares públicos, el Fiscal General de Bulgaria, Sotir Tsatsarov, respondió que hay que restringir el velo integral sobre todo en los centros docentes. Sugirió expresamente promover la discusión en torno al tema en forma atenta para no zaherir sentimientos religiosos. La declaración fue asociada por algunos con la lucha contra la radicalización en el país porque se había producido en la ciudad de Pazardzhik en la que se desarrollaba una sesión de la causa penal contra 14 musulmanes acusados de predicar ideología antidemocrática y guerra. La posterior polémica pública violenta ha puesto de relieve que el tema es muy escabroso.
Meglena Kúneva, viceprimera ministra y titular de Educación respaldó las posiciones Tsatsarov al reunirse con más de 400 maestros, profesores y directores de escuelas, pero más tarde consideró que el problema se había inflado, ya que las chicas que llevaban burkas en los planteles nacionales sumaban, a lo más, unas cinco. Con todo, Kúneva estima que el problema debe ser discutido de cara a la necesidad de mover a los refugiados a tomar en consideración las condiciones en Bulgaria.
Las organizaciones nacionalistas VMRO y Frente Nacional para la Salvación de Bulgaria −representadas en el Parlamento− abogaron tajantemente por la prohibición del velo integral. Los nacionalistas insisten en que esta prenda no es característica para los musulmanes búlgaros y que su difusión no es la manifestación de sentimientos religiosos, sino una política que se proyecta a mostrar que el islán extienda su presencia en Bulgaria.
El resto de las fuerzas parlamentarias no ha hecho, de momento, declaraciones al respecto. Se abstienen de hacer tales también la Iglesia Ortodoxa Búlgara y el Muftiado Principal de los musulmanes. Son distintas, sin embargo, las posiciones expresadas a nivel de expertos y ONGs.
Iván Gaytandzhiev, periodista de largos años y ex embajador de Bulgaria en Egipto, estima que la posición del Fiscal General es correcta y concuerda con los ánimos en la sociedad búlgara con respecto al uso del burka, al que no se hace mención en ninguna parte del Corán, es símbolo franco y fachada peligrosa del islán radical y, no por casualidad, su uso está prohibido en Alemania, Francia y Bélgica e incluso, en algunas regiones de Turquía.
Se sitúa en el polo opuesto de la polémica Antonina Zheliazkova, directora del centro internacional de Estudio de las Minorías y las Interacciones Interculturales. Señala ella que usan el burka en Bulgaria básicamente las mujeres del islamizado barrio gitano “Iztok” de Pazardzhik, pero que lo hacen deseosas de mostrar que son distintas. Por esto Zheliazkova asegura que las mujeres pueden andar vestidas como les dé la gana, y que proscribir el uso del burka sería horroroso.
Es similar la posición de Krasimir Kunev, presidente de la filial búlgara de la Helsinki Watch, quien estima que no existe una necesidad pública apremiante de una prohibición y que la asociación arbitraria de las mujeres que usen el burka con la amenaza terrorista es indicio de prejuicios anti islámicos.
Ivaylo Dichev, destacado catedrático de antropología cultural, incluso va más lejos al asegurar que “la lid contra los burkas, inexistentes en Bulgaria, es el enésimo triunfo que conquistará el populismo ante el electorado llevado a la histeria por las formaciones de extrema derecha”. Agrega que el objetivo apunta a presentar al islán como algo que ha de cargar con todas la responsabilidades por la crisis en la sociedad y estados contemporáneos.
El tema es sumamente delicado, pero la forma en que transcurre la polémica y la condición de quienes en ella intervienen sugieren que, a esta etapa, no se llegará a una prohibición nacional del burka. Los nacionalistas del partido VMRO probablemente se dan cuenta de ello ya que se han planteado lograr una prohibición a nivel municipal, en Pazardzhik, a través de una enmienda a la Ordenanza sobre el Orden Público. En esa ciudad este objetivo está siendo apoyado también por la mayoría de los moradores del propio barrio gitano” Iztok” en el que el burka es de uso cotidiano, porque consideran que este símbolo divide a la gente y siembra odio, y saben que algunas de las mujeres allá usan el velo integral porque se les paga por lucirlo.
Versión en español por Mijail Mijailov
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