A lo largo de la semana saliente un suceso provocó emociones encontradas y pensamientos conturbados. Hace unos días en Youtube apareció un video en el que se puede ver a un grupo de búlgaros corpulentos y vestidos de civil que tumban al suelo y atan a la espalda las manos a tres afganos que capturaron cruzando ilegalmente la frontera búlgara desde Turquía. Uno de los búlgaros grita en inglés: “¡Vuelvan a Turquía, ya mismo!”. El grupo se autodefine como “comando civil para la defensa de las mujeres y la fe”. El video atrajo la atención no sólo en Bulgaria sino en todo el mundo; el canal de televisión Al Yazira hasta acusó Bulgaria de trato inhumano a los migrantes.
Refiriéndose a lo sucedido, el primer ministro Boyko Borisov dejó escapar el comentario que “cualquier ayuda para la Policía de Fronteras y el Estado es bienvenida”. Alarmado, su equipo de RR.PP. le aconsejó urgentemente que precisara que la ayuda “debe estar dentro de la Ley”. Por su parte, el jefe de la Policía de Fronteras, Antonio Ánguelov, declaró: “Las acciones de este grupo son ilegales. La detención de personas es tarea sólo de los órganos con poderes policiales”. La intervención del fiscal general, Sotir Tsátsarov, anunciando que el líder del polémico comando de voluntarios, Pétar Nizamov, alias Pérata, ha sido detenido y que le esperan hasta 6 años de prisión por la detención ilegal de personas, cerró el debate.
Pétar Nizamov es un antiguo conocido de la Policía, que le ha fichado anteriormente por otras transgresiones a la Ley; lo que él y sus compañeros hicieron no es un precedente. Hace apenas un mes el primer “cazador” de migrantes, Dinko, de la ciudad de Yámbol, también dio mucho que hablar de sí. A fecha de hoy se dice que los destacamentos de voluntarios a lo largo de la frontera con Turquía se multiplican cada vez más. De momento, parece que se trata de comandos compuestos por criminales reincidentes, gente del hampa que agrega a la lista de robos, secuestros, tráfico de drogas y de armas, etc., a otra “ocupación” más, la de “cazar” migrantes en la frontera y despojarlos de sus pertenencias. Y aquí surge la pregunta al Fiscal General: cuando la Policía de Fronteras detiene a un grupo de migrantes que ha cruzado la frontera ilegalmente y separa a los refugiados que buscan protección, para el resto de ellos –migrantes económicos o, ¡no lo quiera Dios!, islamistas radicales– ¿son aplicables las leyes búlgaras? ¿Acaso cruzar la frontera de manera ilegal no se castiga por estas leyes? Porque hasta el momento ningún migrante ha sido detenido, investigado y procesado con cargos de entrar ilegalmente en el país.
“Tumbar a quienquiera que sea de bruces al suelo y atarle las manos no es un acto de patriotismo”, afirma ante el diario Standard Antoni Trenchev, diputado del Bloque Reformista. “Es deber de los ciudadanos búlgaros defender a su patria”, replica Yulián Ánguelov, secretario del grupo parlamentario del Frente Patriótico. El partido nacionalista VMRO se ofreció a hacerse cargo de los honorarios de la defensa de los destacamentos de voluntarios contra los que la Fiscalía toma medidas.
Lo triste es que la “caza” de migrantes revela la incompetencia de las autoridades de garantizar la seguridad de los ciudadanos y proteger el país. Que ¿por qué? Porque por un lado resulta que en Bulgaria en cualquier momento pueden surgir todo tipo de formaciones, grupos, comandos, etc., y, por otro, porque la existencia de destacamentos de “cazamigrantes” muestra que las autoridades no son capaces de proteger de manera adecuada las fronteras nacionales. No quisiera comentar algunas hipótesis heréticas de que estos destacamentos en realidad impiden que guardafronteras corruptos protejan a los traficantes de migrantes –obviamente lucrándose de ello.
Con la aproximación del verano aumentan los temores de una posible oleada de migrantes a Bulgaria a través de la fronteras con Grecia y Turquía. El Gobierno envió refuerzos militares en apoyo de la Policía de Fronteras, y los vecinos de los núcleos poblacionales fronterizos son firmes en que pueden organizarse en destacamentos de voluntarios para ayudar al Ministerio del Interior a custodiar la frontera.
Esta es, por ahora, la situación. Ojalá que este verano en Bulgaria no sea demasiado “tórrido”.
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