La ciudad de Veliko Tirnovo acoge una valiosa exposición numismática que acapara la atención no sólo de conocedores y coleccionistas sino también de simples aficionados a la historia. La colección de monedas de oro y de plata acuñadas y puestas en circulación en el período desde el año 1882 hasta 1937 evoca la historia del joven Estado búlgaro en un período bastante dinámico desde el punto de vista económico.
Las muestras suman más de 6 mil y han sido recopiladas durante 20 años por Deyán Spiridonov, un búlgaro patriota residente en los EE.UU. Hasta febrero de 2017 su colección privada estará montada a las salas del Mesón de Jadzhi Nikoli, una edificación de historia dilatada, declarada monumento de la Cultura. La colección de monedas nos hace retroceder a los albores de la moneda nacional, el lev, a la época en que nuestro joven Estado llegaba a ocupar por fin el puesto que le correspondía en la comunidad de los pueblos europeos tras cinco siglos de opresión otomana. Junto con la bandera, el escudo y el himno el lev búlgaro era un símbolo de la soberanía nacional y motivo de orgullo para los búlgaros. Constantin Dochev, de la filial en Veliko Tirnovo del Instituto de Arqueología con museo, adscrito a la Academia de Ciencias de Bulgaria aporta más detalles.
“En el año 1880 se aprobó la ley sobre el derecho a acuñar monedas y en 1882 se comenzaron a acuñar las primeras monedas de una aleación de cobre y níquel, y en 1883 vieron la luz las primeras monedas de plata. Un año después aparecieron las primeras emisiones de monedas de oro que hasta hoy en día despiertan admiración por su exquisita factura. Al mismo tiempo aquellas monedas de oro encerraban un mensaje eminentemente propagandístico relacionado con la reconquistada independencia nacional. En la misma forma en que actualmente los búlgaros estamos dispuestos a acceder a la Eurozona, poco después de la liberación del dominio otomano, en 1882, los primeros estadistas nacionales tomaron la resolución de incorporar el Principado de Bulgaria a la Unión Monetaria Latina-Europea-.En virtud de aquel hecho cada búlgaro de la época podía viajar en libertad, estudiar y hacer compras en todo el orbe europeo”.
La adhesión de Bulgaria a la Unión Monetaria Latina y la adopción del napoleón francés por moneda de validez global imprimieron un fuerte impulso al desarrollo de la economía búlgara. El lev búlgaro se codeaba con el resto de monedas de Europa Occidental y su circulación llegó a países como Australia, Canadá, Rusia, Inglaterra, India y hasta al lejano Japón. Son distintos los símbolos que aparecen grabados en las monedas búlgaras siendo los de mayor difusión la cruz cristiana y el león, como encarnación de poderío y vigor. Al escudriñar las monedas uno nota también imágenes de la enseña nacional y motivos florales de los estupendos y fértiles trigales. Lógicamente., entre estos símbolos no podía faltar la famosa rosa oleaginosa búlgara y así la fragante flor grabada con exquisitez embellece las monedas de la época del rey Boris III.
¿Dónde fueron acuñadas estas unidades monetarias de factura tan magnífica?
“Los grabadores eran extranjeros, dice el señor Dochev. Las primeras emisiones fueron acuñadas en Birminghan, luego en San Petersburgo. Después, cuando Bulgaria inició su cooperación económica con Austria-Hungría, casi todas las emisiones de monedas búlgaras se comenzaron a acuñar allá. Los grabadores eran extraordinariamente experimentados y entre ellos había granadores franceses y también austríacos. En las grandes monedas de plata, de valor facial de 5 levas, podemos ver la imagen de la bandera nacional con la inscripción “Bulgaria”, que sólo es legible con lupa. Esto muestra el alto nivel de la labor de los grabadores de antaño”.
La exposición en las salas del Mesón de Hadzhi Nikoli ofrece al visitante un paseo nostálgico por época posterior a la liberación de Bulgaria del dominio otomano en la que los ánimos nacionales de los búlgaros estaban en auge. En las salas se encuentran montados también paneles informativos en los cuales se muestran datos relativos no sólo al contenido de metales preciosos en cada emisión sino también alusivos al entorno económico existente en el país en el período desde 1882 hasta 1937. Fue una época marcada por períodos de auge pero también por virajes abruptos y cruciales que desembocaban en desastres nacionales y en el derrumbe total de la moneda nacional. En fin, como reza el proverbio no hay nada nuevo bajo el Sol.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Veneta Nikolova
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