Tras haber declarado el jefe de Estado búlgaro, Rosen Plevneliev, que imponía un veto a las restricciones de los derechos electorales de los búlgaros residentes en el extranjero, introducidas con enmiendas al Código Electoral y propuestas por el Frente Patriótico, con el apoyo del partido gobernante GERB, la tensión ha subido en el seno de los gobernantes.
El primer ministro, Boyko Borisov, manifestó que el veto del presidente de Bulgaria coloca al partido GERB en una situación complicada que somete a riesgo a la mayoría gobernante y la estabilidad del Ejecutivo. En medio de esta situación, Borisov asegura que, si él tuviera que escoger entre la estabilidad y la democracia, y los derechos de los hombres, elegiría los derechos. Con estos ánimos, el primer ministro tiene convocadas este martes consultas con el grupo parlamentario del partido GERB y el Frente Patriótico para buscar una salida de esta situación.
La salida parece ardua pero no complicada. Ya la semana pasada, en consultas sostenidas con representantes de diferentes organizaciones de los búlgaros residentes en el extranjero, el partido GERB accedió a apoyar una revisión del Código Electoral, con la cual eliminar las muy cuestionadas restricciones ante la votación en el extranjero. En una segunda ronda de consultas, celebradas esta semana por representantes de los búlgaros en el extranjero, expresaron su apoyo a la pretendida revisión el partido ABV, la coalición derechista Bloque Reformista y el Partido Socialista Búlgaro.
Para rechazar o aceptar un veto presidencial se necesitan 121 votos de los diputados. Si el partido GERB decidiera respaldar el veto del presidente de Bulgaria, sus votos, junto con los del Bloque Reformista y del Movimiento por Derechos y Libertades, que desde el comienzo mismo se oponen a las restricciones, sumarían 136 y el veto pasaría sin problema.
Sin embargo, en el transcurso de las consultas con los búlgaros residentes en el extranjero se fue perfilando también el respaldo del Centro Democrático Búlgaro, el PSB y el partido ABV, lo cual coloca en aislamiento al Frente Patriótico junto con los nacionalistas del partido Ataka.
En la práctica se encuentra asegurada por adelantado la mayoría a favor de una revisión, en conformidad con el veto presidencial, del Código Electoral pero no es ésta la mayoría que Borisov necesita para gobernar y es por ello que el primer ministro anda tan preocupado.
Las declaraciones en torno a las restricciones de los derechos electorales de los búlgaros residentes en el extranjero obviamente también han sido dramatizadas con el fin de tantear el terreno de las preferencias políticas de cara a las elecciones presidenciales este otoño.
El Frente Patriótico acusó al jefe de Estado de haber impuesto su veto movido por su afán de conseguir el respaldo para un segundo mandato de toda clase de “desechos” políticos, incluido el del Movimiento por Derechos y Libertades. Desde éste han comentado que el Movimiento siempre había sido un factor con vistas a las presidenciales, pero que ahora el mismo va a decidir si promoverá una candidatura independiente o, de no hacerlo, a quién respaldará. Sin embargo, los representantes del Movimiento por Derechos y Libertades no omitieron resaltar que el veto presidencial podía haber pretendido también la supresión del voto obligatorio, tajantemente cuestionado por ellos.
Los escisionistas de este Movimiento que fundaron el partido DOST exhortaron al jefe de Estado a que hiciera lo que más preocupa al flamante partido: deshacerse del Frente Patriótico.
La flamante presidenta del Partido Socialista Búlgaro, Kornelia Ninova, elegida para este puesto en medio de las polémicas desencadenadas por el veto presidencial, se resistió a decir si los socialistas promoverían un candidato común a presidente del país, junto con el partido ABV. Prometió, en cambio endurecer el tono opositor con respecto al partido GERB.
El Bloque Reformista −que forma parte de la coalición gobernante −ha puesto de manifiesto que también se puede mantener mancomunado. Así, en el transcurso de las polémicas, los representante de sus alas “gobernante” y “opositora” han hecho gala de una insólita unanimidad. Sin embargo, se trata de una unanimidad con respecto a los problemas de la legislación electoral pero no en lo que concierne a la gestión del Estado.
Las posiciones ocupadas por los participantes en el debate no han trazado, a la postre, un cambio sustancial en la vida política interna. El espacio político en Bulgaria sigue siendo fragmentado entre multitud de formaciones de fuerza insuficiente para la toma de decisiones independientes y esto las fuerza a embarcarse en alianzas coyunturales. Por esta razón la situación política en el país aparece sólo como relativamente estable, siendo, en realidad, bastante precaria y difícil de prever.
Versión en español por Mijail Mijailov
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