Cuando se enteraron de que los suizos iban a votar a favor o en contra de la implementación de una renta básica garantizada incondicional y general de 2500 francos suizos, los búlgaros se hicieron varias preguntas y se vieron invadidos por un cóctel de sentimientos contradictorios de envidia, admiración, desconfianza, desaprobación o júbilo. Y se pusieron a soñar, intentando, desde luego olvidarse por unos instantes de su propia realidad que hace simplemente inconcebible, en principio plantear semejante pregunta en Bulgaria no sólo en estos momentos, sino también en el futuro. Cuando se informaron sobre el voto negativo de los suizos, los búlgaros se sintieron decepcionados pero, al mismo tiempo, consolados de que no eran solamente ellos quienes no se podían permitir tamaño lujo y opulencia. Hubo algunas alusiones incluso a que, a pesar de haber residido en Ginebra, Lenin, padre del comunismo, no había conseguido trastrocar por completo los valores ideológicos y éticos de los cruzados de los Alpes.

A las polémicas desatadas en Bulgaria a raíz de la revolucionaria idea de los suizos se incorporaron numerosos expertos, sindicalistas, economista, sociólogos. Es natural, por tal razón que las opiniones sean muy diversas y oscilen del uno al otro polo, desde “esto es ciencia ficción” hasta “esto también se puede hacer en Bulgaria”.

Veamos, sin embargo, lo que indican los hechos. El PIB per cápita de la población en Suiza es de casi 60 mil dólares anuales, mientras que en Bulgaria está por debajo de los 20 mil, o sea, es tres veces más bajo. Evidentemente en Suiza la cuantía de 2260 euros por persona y al mes está siendo considerada como una especie de mínimo para llevar una vida decente en condiciones normales. En Bulgaria se estima que son necesarios un mínimo de 280 euros por barba y al mes en una familia de 4 miembros. El salario mensual medio es de 500 euros, el mínimo, de 210, y la pensión media es de unos 180 euros mensuales.

No hay que exagerar con las cifras, ya que una cosa es Bulgaria, el país más pobre de la UE, y otra muy distinta Suiza, país que forma parte de los tres países más ricos en el mundo. Esto explica también por qué para muchos búlgaros el reciente referendo en la Confederación Helvética se ha quedado incomprensible. Es que, simple y llanamente, los problemas relacionados con el nivel de vida son completamente distintos acá y en Suiza. En Suiza van contando el número de los agujeros en el queso Emmental para ponderar su calidad, mientras en Bulgaria se cuentan los huecos en la cartera para ver si se podrá pagar la factura para la luz.

No es que la idea sobre la implementación de una renta universal garantizada sea una ilustre desconocida en el mundo, y en particular en Bulgaria. Al contrario. Hace ya tres años partidarios de esta medida económico-social se fueron mancomunando y empezaron a preconizar las ventajas económicas, sociales, políticas, demográficas y culturales de una tal iniciativa. Es que no hay que considerar que los sobrios suizos así, a la ligera, hayan decidido divertirse preguntando si se podía implementar o no esta renta fija. No es así en absoluto porque semejante medida tiene dimensiones económicas muy graves y, de ahí, también políticas, sociales, culturales, etc.

Tal medida establece en la práctica un nivel mínimo garantizado de estabilidad y previsibilidad económicas. De este modo se van estabilizando y equilibrando las relaciones en todo el entramado social y en el sistema político. Sin embargo, para todo esto se necesita determinado grado de madurez de todo el organismo económico y social, madurez respecto a la cual resulta obviamente prematuro hablar al tratarse de la sociedad búlgara actual.

De ello son sendos testimonios varios hechos y cifras. Un 70 % de los búlgaros no tienen ahorros en depósitos bancarios, y la remuneración cobrada por ocupar el prestigioso puesto de ministro es de apenas 2 mil euros. En este contexto cabe agregar también la circunstancia de que la renta garantizada, rechazada por los suizos, equivale, en la realidad búlgara, al sueldo cobrado por un empresario exitoso en el sector privado, sueldo con el cual muy pocos búlgaros sólo se atreven a soñar.

Por ahora la renta básica garantizada mensual aparece ante los búlgaros como el queso suizo: una delicia sabrosa pero difícilmente asequible.

Versión en español por Mijail Mijailov