La aldea de Dazhdóvnitsa está situada a pocos kilómetros de la ciudad meridional de Kárdzhali, en una colina boscosa, dominando la zona. Saliendo de la ciudad, la pintoresca carretera sube suavemente y ante los ojos se abre una vista panorámica a la inmensa represa de Kárdzhali. Al otro lado están las colinas escarpadas de roca volcánica, los vastos valles y una vegetación que es una muestra de la influencia del clima mediterráneo. Es la parte oriental de los montes Ródopes. Es precisamente aquí, en la aldea de Dazhdóvnitsa, donde se ha albergado el Centro Juvenil del Movimiento Artístico Krug (Círculo), una asociación para políticas culturales en el ámbito del arte contemporáneo.
Fundado hace 18 años en Kárdzhali, el Movimiento cuenta con una sala de exposición en el centro de la ciudad, y pone el enfoque en el arte contemporáneo. La Casa de Arte forma parte de la red de Casas Culturales Europeas de la Juventud y ya cuenta con 12 años de historia. Por allí han pasado más de 920 artistas de todo el mundo: pintores, escultores, fotógrafos, traductores, directores, investigadores universitarios. Su longevidad sorprendente se debe a la estructurada visión de largo plazo y la dedicación de los organizadores.
Radost Nikoláeva, fundadora y directora artística de la Casa de Arte, explica cómo ésta ha logrado consolidarse como un centro de creatividad e intercambio de artistas del mundo entero.
Al principio fue un experimento que no estábamos muy seguros si podríamos realizar exitosamente. Como nos dedicábamos al arte al aire libre, queríamos encontrar un edificio abandonado en la porción oriental de los Ródopes para “empaquetarlo” en poesías y pinturas. Esperábamos la visita de unos 40 artistas jóvenes de Holanda, Italia y Grecia y queríamos celebrar un evento al aire libre, donde el único público seríamos nosotros mismos y el cielo. Nos llevó tiempo intentar de explicar a la entonces directiva municipal y a la de los pueblos que recorríamos qué era lo que buscábamos. En estos pueblos había una gran cantidad de edificios públicos en ruinas, escuelas, sobre todo tras el éxodo de los turcos étnicos que, en los años 80, huyeron de la campaña represiva de asimilación de las autoridades. En las aldeas la gente nos invitaba a quedarnos pero necesitábamos un permiso de la Municipalidad. Finalmente conseguimos convencer al alcalde y muy pronto obtuvimos el permiso.
Así, con el apoyo de la Municipalidad y del Programa Cultural Suizo para Bulgaria, el Movimiento Krug se instaló en el edificio de la antigua madrasa (escuela religiosa musulmana) en el patio de la mezquita de Dazhdóvnitsa. En los años 50 allí abrió sus puertas una escuela primaria. El edificio secular fue renovado y reformado por voluntarios y en 2005 comenzó a acoger huéspedes.
Una de las exigencias de los organizadores es el establecimiento de vínculos entre los visitantes y los vecinos de la localidad, el contacto con la gente y el reflejo de estas relaciones en el proceso creativo. Además de obras de los artistas, en la casa de arte se pueden ver colecciones de fotos antiguas de familias turcas de las aldeas de la zona, tejidos y enseres domésticos como un gran recipiente de madera con un martillo usado para “batir” el keşkek, una comida ritual a base de trigo y carne de pollo.
Cada año, el Movimiento Artístico Krug anuncia temas de concurso que atraen a artistas de todos los rincones del planeta. Zakié Ismaïl Aliosmán y Galina Dímova son las responsables de las expediciones culturales, la documentación y de la Casa de Arte. Galina, que es también pintora, se encarga de los huéspedes y de las relaciones entre ellos y los habitantes del lugar. Ella explica cómo se desarrolla el proyecto y qué es lo que queda después de que los artistas visitantes se van.
Es muy importante que las personas que vienen, incluso si son artistas conocidos, se sumerjan en la vida del lugar, sentirlo. Por primera vez eso funcionó con un grupo francés de Burdeos y de París. Montaron una exposición que llegó a la gente y el alma del pueblo. Estuvieron inmersos durante 12 días en la vida de la aldea, sin intérpretes. Hicieron instalaciones en que por primera vez vimos a los vecinos de Dazhdóvnitsa, con su día a día. Los presentaron de una manera muy estética, a pesar de la pobreza en la que la gente vive. Los locales fueron retratados como santos, con sus nombres. Nos dejaron una colección de historias y fotografías.
Estudiantes búlgaros de arquitectura realizaron proyectos para renovar las casas tradicionales en la aldea de Dazhdóvnitsa.
No son simplemente imágenes bonitas –dice Galina– sino proyectos reales con bocetos técnicos.
La profesora Gyongy Laky, de San Francisco, junto con un equipo de Hungría y Japón, realizó una casa tridimensional que tiene la forma de flecha que apunta al cielo, como una copia imaginaria de la Casa de Arte. Este trabajo está documentado en la revista American Craft.
Los habitantes de Dazhdóvnitsa vieron cómo los extranjeros construyeron una instalación trabajando duro 8 horas al día, cuenta Galina.
Muchos artistas se enamoran del lugar y vuelven varias veces, como el gran fotógrafo Zafer Galibov y el pintor Mario Lishevski, de Berlín, y el fotógrafo paisajista búlgaro Vladimir Donkov.
De la aldea de Dazhdóvnitsa se puede llegar a pie a unos nichos tallados en las rocas en la antigüedad por manos humanas. Se cree que los tracios los usaron como lugares de culto o para tumbas. Muy cerca se encuentran la cueva Utróbata (El Útero) y numerosas senderos ecológicos que conectan diversas partes de la montaña Ródope. Por iniciativa del Movimiento Artístico Krug, el primer sábado de septiembre en Dazhdóvnitsa se celebra el Festival del Terlik, el famoso calcetín tradicional tejido a mano de los Ródopes.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Miladina Monova
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