Edificios abandonados, túneles olvidados, búnkeres o aldeas y ciudades en ruinas y despobladas... No se trata de una película de terror sino de un tipo de turismo, todavía impopular en Bulgaria, llamado urbex. El concepto proviene del inglés y significa exploración urbana. Los paseos extremos por lugares de difícil acceso, viejos castillos o fábricas abandonadas tienen sus aficionados en Europa y en todo el mundo. Desde hace poco, entusiastas recorren también este país en busca de similar adrenalina. Uno de ellos es el fotógrafo Radoslav Parvanov, que dedica gran parte de su tiempo a explorar y fotografiar tales zonas.
Lo interesante de estos sitios es que en ellos hay historia, algo sucedió o alguien vivió allí –explica Radoslav– . Uno es consciente de que ese lugar tal vez carece de futuro, que no será un edificio en el que vivirá alguien, y la historia de cierta manera le atrae. Mientras retrata el área, si uno consigue imaginarse lo que fue unos 10, 20 o 30 años antes, eso ayuda a poner más emoción en la foto y las imágenes salen interesantes. Aunque en ruinas y abandonados, estos edificios tienen su propio encanto. Tengo bastantes lugares preferidos, el favorito es el Monumento en el pico Búzludzha. Otro lugar favorito es la villa de Pencho Semov en la ciudad de Gábrovo, de una arquitectura excepcional, como también fábricas, búnkeres…
Precisamente una estampa sacada por Radoslav desde la parte superior del Monumento de Búzludzha –construido en honor a la fundación, en 1891, del Partido Obrero Social-Demócrata Búlgaro, cuyo sucesor fue el Partido Comunista Búlgaro que gobernó Bulgaria a lo largo de 45 años, e inaugurado en 1981– hizo prohibir el acceso a aquél por ser peligroso. No obstante, el fotógrafo recordará esta imagen para siempre. La hizo en invierno cuando, a causa del mal tiempo, el riesgo para su vida era aún mayor. Trepar 70 metros con el objetivo de hacer una foto es uno de aquellos momentos cuando la respiración realmente se corta.
Hablando de Búzludzha, de forma espontánea surge la pregunta, ¿qué es lo que piensa una persona joven, que todavía no había nacido en la época del socialismo cuando el país fue gobernado por el Partido Comunista, sobre aquel período de la historia de Bulgaria?
Soy una persona que siempre trata de no dejarse influir por la opinión de otros –dice el joven de 23 años de edad– . Cada quien interpreta la historia de manera diferente. Yo creo que aquél ha sido un período en que la vida había sido más fácil, la educación había sido asegurada, como también el empleo, y la industria había sido desarrollada. Ha habido muchas cosas positivas: se creaba arte, arquitectura, aparecieron y crecieron muchas personalidades creativas. Sin embargo, no me gusta aquel sistema de gobierno, la falta de ciertas libertades. Por ejemplo, entonces no hubiera sido posible hacer algunas de las fotos que hago ahora. Todo lo que sucedía tenía que ser seleccionado de forma estricta.
Radoslav ha hecho un curso de fotografía en Alemania. Las lecciones aprendidas allí las utiliza siempre para mirar las cosas desde una perspectiva distinta. Sobre el secreto del verdadero fotógrafo opina lo siguiente:
La diferencia está en el ojo. Las habilidades no se compran sino se adquieren de manera bastante difícil. Creo que una gran dosis de esta habilidad es innata. La elaboración de estilo propio, la formación teórica y práctica necesaria y la experiencia ayudar a descollar entre las muchas personas que se hacen llamar fotógrafos. Las redes sociales son muy asequibles y cualquier persona que se siente fotógrafo crea su página. De tal manera se va imponiendo la opinión de que tener una cámara fotográfica significa que uno ya es fotógrafo, cuando, en realidad, es simplemente un propietario de una cámara fotográfica.
Actualmente, Radoslav está en proceso de selección de fotos para su próxima exposición individual, que será compuesta por 30 estampas de varios rincones de su ciudad natal, Gábrovo (centro de Bulgaria). La inauguración tendrá lugar el 13 de septiembre en la Galería de Arte de Ruse, en la ribera del Danubio. El objetivo de la exhibición es llamar la atención, y por qué no originar una disputa, sobre los monumentos en proceso de autodemolición y las áreas abandonadas que ha fotografiado.
Paralelamente, el joven fotógrafo desarrolla otra idea suya: la de mostrar el traje femenino típico búlgaro y la exquisitez de las chicas modernas al lucirlo. Busca grabar el momento que cuente de la belleza; porque, a veces, una imagen vale más que mil palabras.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Radoslav Parvánov
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