“Hoy, 15 de enero de 1922, los abajo citados vecinos de la aldea de Negúshevo, en la región de Sofía, a saber: los maestros Alexánder Tsvetanov, Paraskeva Velíchkova, Spas Guenkov, Jristosko Yotov... nos reunimos a las 10 horas en la sala de la Escuela Nacional Primaria con el objetivo de fundar una casa comunitaria de cultura... “.
Así comienza la historia de la casa comunitaria de cultura “Vazrázhdane” (en español, renacimiento) fundada en la aldea de Negúshevo por 31 entusiastas. En ese mismo año 1922, el gobierno de la Unión Agraria Popular Búlgara encabezado por Alexánder Stambolíyski declaró el Día de los Próceres de la Ilustración Nacional fiesta oficial, y el 3 de febrero de 1923, la Ley fue firmada por el rey Boris III. El Tratado de Paz de Neuilly firmado en 1919 entre las Fuerzas de la Entente y Bulgaria, cuyas duras sanciones truncaron el destino del país, los territorios perdidos después de la Primera Guerra Mundial, las abrumadoras reparaciones y la dignidad nacional ultrajada llevaron a la desesperación y al nihilismo a la sociedad búlgara. En aquel momento la necesidad de restaurar el ánimo nacional era enorme.
Celebrado, prohibido y reinstaurado a lo largo de los años, el Día de los Próceres de la Ilustración Nacional siempre ha sido una celebración de la memoria histórica búlgara, de la conciencia y la espiritualidad nacional. Además de los héroes nacionales, próceres de la ilustración y de la libertad, miles de hombres de las letras y maestros desconocidos que insuflaban fe al pueblo en los momentos difíciles dieron su aporte para que exista este día.
Unos de estos héroes modestos son los mencionados anteriormente, los que se reunieron en una aldea cerca de Sofía para crear una casa de cultura. Los nombres de dos ellos, los maestros Alexánder Tsvetanov y Paraskeva Velíchkova, están relacionados con los sucesos más importantes de la historia reciente del pueblo, cuyos habitantes antaño contaban más de 1000. Comenzaron a trabajar muy jóvenes, a la edad de 18–19 años. Además de educar e instruir a centenares de niños, se dedicaron a la tarea de fundar un centro donde se desarrollaran actividades educativas y culturales. Una exposición permanente de fotografías, documentos, libros litúrgicos y reproducciones de gráficos, inaugurada en octubre en la iglesia de Sveta Paraskeva, en Negúshevo, rinde homenaje a estos humildes próceres. La muestra ha sido recogida, organizada y montada por el artista Mijaíl Tanev.
Lo que estamos tratando de hacer es, más bien, restaurar el espíritu y contar sobre la gente de aquella época –dice el pintor– , hablar del entusiasmo que la guiaba, de las cosas que trataban de hacer para demostrar que son búlgaros y resaltar su pertenencia a la patria. Diciendo esto último he de señalar que para ellos la patria era su aldea. El concepto geográfico de Bulgaria era muy amplio e incomprensible para ellos pero la aldea era la tierra natal, y la defendían con cada acción suya. Aspiraban a hacer un templo, y también una escuela. Históricamente las cosas sucedieron en otro orden. Primero, en 1882, fue construida la escuela y dos años más tarde, la iglesia. Esto es indicativo de lo que fue prioritario en aquel entonces para los búlgaros. Es sorprendente la actitud de todos, el esmero que ponían en la construcción de esta iglesia. Todos los habitantes participaban en las obras. Los pudientes aportaban dinero, otros, trabajo. Todos estaban involucrados. En aquellos años había dos motores principales: uno era la gente que se dedicaba a la actividad espiritual, eso viene de la ortodoxia; el otro motor eran los maestros jóvenes. Su contribución en aquellos años ha sido excepcional. Eran los patriotas, los próceres de la ilustración de la época que lo dieron todo, que dedicaron su juventud a la tarea de hacer su pueblo un lugar bueno para vivir y, su escuela y su aula, las mejores posible.
La exposición muestra apenas un pequeño número de las personas que dedicaron su vida a la actividad educativa, así como documentos, libros antiguos y maravillosas litografías impresas a principios del siglo pasado por la editorial “Jristo Danov” para las clases de religión.
Sólo una tapia separa a la escuela de la iglesia de la aldea. En la actualidad la escuela está vacía y abandonada pero la iglesia ha sido restaurada y se convierte de nuevo en centro de la vida social y espiritual del pueblo. El templo debe su restauración a los esfuerzos de gente como Mijaíl Tanev, una de esas personas desinteresadas e iluminadas que podemos llamar próceres de la ilustración contemporáneos.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Yoán Kolev y negushevo-bg.org
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