¿Qué es la crianza de acogida: una vocación o una misión? ¿Estamos dispuestos a dar seguridad, calidez y ejemplo paternal a un niño que sólo por un determinado período de tiempo necesita de un entorno familiar? ¿Se requiere capacitación para ser un padre de crianza? ¿Cuáles son las particularidades y las necesidades específicas de los niños bajo protección? ¿Cómo está organizado el cuidado de crianza en Bulgaria? A todas estas preguntas busca respuesta la Fundación Protección de la Madre de Dios mediante una serie de seis reuniones dedicadas a la crianza de acogida y destinadas a las personas que han decidido abrir su hogar y su corazón a niños privados de cuidados parentales. Expositor invitado en estas conferencias es Alina Vodenichárova, que desde hace 8 años trabaja activamente en los problemas del desarrollo precoz de niños sin cuidados parentales y de niños con necesidades específicas.

La iniciativa de la Fundación Protección de la Madre de Dios se materializa en forma de conversaciones libres sobre el tema “Cuidados de acogida” –explica Alina Vodenichárova– . La idea parte del hecho de que cada niño privado de cuidados parentales necesita de un entorno, familiar o lo más próximo al mismo, desde el primer momento de su vida. La crianza de acogida es misión y, a la vez, profesión. Se trata de colocar a niños que por diversas razones no pueden vivir con su familia biológica con familiares o padres de acogida capacitados y registrados que les proporcionen educación, amor y cuidados durante distintos períodos de tiempo. La diferencia entre la adopción y la acogida es que la segunda es temporal, lo cual, sin embargo, no debe afectar en absoluto la actitud hacia el niño.

En Bulgaria, suman más de 2000 los niños colocados en familias de acogida. Según Alina Vodenichárova, para evitar las conmociones que la colocación podría provocar todos los involucrados deben trabajar en equipo: Los servicios sociales, los padres de crianza capacitados y las organizaciones que los apoyan, así como las instituciones sociales ayudan a la familia biológica a reponerse –señala– . El objetivo es llegar lo antes posible a la mejor solución del problema: que el niño vuelva con sus padres o que sea adoptado.

La mayoría de los padres de acogida asumen a largo plazo el cuidado de los niños porque las familias biológicas no dan su consentimiento para su adopción pero al mismo tiempo no consiguen hacer frente a la crisis que las obligó a separarse de sus hijos.

El destino de cada niño es diferente por eso el cuidado adoptivo debe ser congruente en función de aquél.

Estoy contenta de poder destacar que más de cinco años ya los búlgaros abren no sólo su mente, sino también su corazón a este tipo de actividad social, que es, en realidad, una misión para salvar a los niños, especialmente en la edad más temprana, de 0 a 3 años. La actividad de acogimiento de niños en situación de riesgo va desarrollándose bien aunque todavía hay mucho que desear. Hemos cerrado las grandes instituciones sociales para niños sanos de 0 a 3 años y se procede a una solución definitiva de este problema, y eso es, realmente, un gran paso adelante. He trabajado algún tiempo en el extranjero y veo que Bulgaria va avanzando bien en la organización de esta profesión, concluye diciendo Alina Vodenichárova.

Versión en español por Daniela Radíchkova