El jueves de la semana que termina el embajador de Rusia en Sofía, Anatolii Makarov, manifestó ante Radio Nacional de Bulgaria que en 2016 en los contactos búlgaro-rusos se había producido un” viraje positivo” y sugirió que alguien invitara al presidente ruso a Bulgaria, ya que éste no la había visitado desde el año 2008. La declaración sonó un tanto de manera inesperada, ya que últimamente las relaciones bilaterales se encuentran estancadas por desfases en el sector energético y por distinciones políticas que se derivan de la pertenencia de Bulgaria a la UE y a la OTAN. Sin embargo, según el embajador de Rusia, hay un cambio un este estado de las cosas por haber reanudado su actividad la Comisión intergubernamental de Cooperación Económica y Comercial, por las varias conversaciones telefónicas mantenidas entre el presidente Putin y el primer ministro búlgaro, Boiko Borisov, y por los contactos entre los Parlamentos y las Iglesias ortodoxas de ambas naciones. La recomendación del embajador de invitar al presidente Putin a Bulgaria se produce poco después de tomar posesión el presidente de Bulgaria Rumen Radev y esto no es casual. Por las críticas virulentas a Rusia por el hasta no hace mucho presidente de Bulgaria, Rosen Plevneliev, una visita a Bulgaria del presidente ruso resultaba inconcebible pero sí resulta completamente posible durante el mandato del nuevo presidente búlgaro, Rumen Radev, considerado por muchos de orientación prorusa.
La declaración del embajador, Anatolii Makarov, coincidió con la visita a Hungría del primer mandatario ruso durante la cual éste manifestó que su país “despolitiza en absoluto” los asuntos energéticos y que no se sentía molesto con Bulgaria por no haber podido encontrar, hace algún tiempo, valor para oponerse a la CE en lo tocante al tránsito de gas ruso en el marco del malogrado proyecto “Corriente del Sur”. El presidente ha dado a entender que Rusia restablecería este proyecto pero previas garantías de que no sufrirá nuevas pérdidas debido a decisiones desacertadas. Es poco probable que las condiciones para la reconsideración del proyecto sólo sean únicamente éstas y, seguramente, Moscú reclamará, además, la supresión de las sanciones impuestas por la UE y un calentamiento de las relaciones con los EE.UU .Tanto antes como ahora, a Bulgaria le toca un puesto modesto en el intrincado nudo de intereses estratégicos, pero esto no es óbice para que este país promueva una política más insistente en defensa de sus propios intereses. De esto se dio cuenta también el Gabinete “Borisov 2”, si bien no consiguió lograr el cambio. Dentro de varios meses este propósito lo podrá lograr otro gobierno que, quizás, lo pueda hacer en medio de una situación internacional más favorable.
Versión en español por Mijail Mijailov
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