Bulgaria es un país bendito cuyo territorio está salpicado de diversos fenómenos y formaciones naturales: montañas, valles, prados… ¿Qué aspecto tiene todo esto desde el cielo? A esta pregunta responde el álbum ilustrado “Bulgaria a vista de pájaro” del fotógrafo Alexander Ivanov. A través de su objetivo nos muestra la belleza de Bulgaria desde arriba. Los colores se mezclan unos con otros y parecen formar una colorida alfombra búlgara, tejida por las manos de una hábil tejedora. No es casualidad que la obra de Alexander Ivanov sea tan poderosa. Para él la fotografía es sentimiento, emoción, pasión, una forma de expresarme, y con los años se ha convertido en un modo de vida. Ingeniero y químico de formación, a los 35 años cambió de profesión. No me arrepiento en absoluto. Necesité mucho tiempo para entender que en una profesión, en un trabajo, uno debe poner su corazón. Alexander nos habla del álbum “Bulgaria a vista de pájaro”, el segundo tomo del cual se ha publicado recientemente:
No había pensado en hacer un segundo tomo, pero en los últimos siete años he volado sobre nuevos lugares. Vuelo en tándem con experimentados amigos pilotos, especialmente en ultraligero. Se fue acumulando material y decidí hacer este segundo tomo con 215 fotografías de 10 parques naturales y tres nacionales. Además, he volado sobre Dobrudzha, en la región entre Belene, Nikopol, el Danubio, Kazanlak, y la costa sur del Mar Negro.
Según Alexander Ivanov, “Bulgaria a vista de pájaro” parece a veces maravillosa, a veces triste. Él mismo reconoce que no es imparcial. Planea los vuelos con antelación, y su objetivo es que haya variedad de lugares y estaciones. Recuerda cómo en la región de Pirdop sobrevoló siete graseros y tres enormes zanjas, cuenta. Esos lugares tienen un aspecto increíble desde el aire. Al mismo tiempo, la radiación es diez veces mayor que en la central nuclear de Kozloduy. Aún así son muy bonitos y muy pintorescos. Incluso en sus imágenes, los colores juegan, se persiguen, se desbordan y describen extrañas formas. Está convencido de que el simple hecho de tomar imágenes desde el aire no es una panacea, pero algunas cosas son distintas. Comenta desde dónde es más bonita Bulgaria, desde el aire o desde tierra:
La forma correcta de fotografiar es tanto desde arriba como desde abajo. “Pirin, la montaña mágica”, que logré publicar hace tres años, es tal vez un ejemplo de cómo se debe hacer para tener un mejor sentido del tiempo y del lugar, incluso de las personas. Desde arriba la gente se ve muy pequeña en comparación con la Naturaleza que nos rodea. Pero desde abajo las cosas son distintas.
¿Es complicado tomar imágenes durante un vuelo?
Es complicado y a la vez es fácil. Hubo un tiempo en el que tenía diez fotogramas en un rollo de película y cargarla llevaba más tiempo que la toma de las imágenes. Con la llegada de la fotografía digital las cosas han cambiado. Es complicado en una fracción de segundo componer, enfocar y hacer suficientes tomas, porque hay problemas técnicos. Sobre Pirin, en un vuelo de una hora y 50 minutos a 20 grados bajo cero hubo momentos en los que no me sentía los dedos, a pesar de que llevaba dos pares de guantes. Una altitud de 4.500 metros es extrema, y el ultraligero es abierto.
El deseo de Alexander Ivanov es tomar fotografías “sin montajes ni colores inventados”. Ese es mi credo. No hago montajes, ni deseo hacerlos. La diversidad de la naturaleza es suficiente. Concretamente, respecto a si en sus imágenes vemos los auténticos colores de Bulgaria, admite: Con la fotografía digital no hay forma de no procesar la imagen. Intento no cambiar los colores. Las salinas de Burgás son de color rojo porque la Artemia roja (un pequeño organismo que vive en las aguas salobres e hipersalinas) las tiñe de rojo.
Sobre sus planes de futuro, afirma: Estoy intentando hacer un nuevo repaso por mí mismo en Strandzhá, que es una montaña mística. Me gustaría que hubiera más presencia humana e historias que mostrar de forma adecuada tanto desde el aire como desde tierra. El otro lugar que me interesa es Dobrudzha.
Versión en español por Marta Ros
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