El 3 de marzo de 1878 la firma del Tratado de Paz de San Stefano puso fin a la guerra ruso-turca. En virtud del documento, tras cinco siglos de dominio otomano, ante los búlgaros se abrían nuevos horizontes. A pesar de ello, hoy en el seno de la sociedad búlgara no cesan las violentas polémicas en torno al significado de aquella guerra y los objetivos de Rusia, de si fue una contienda de conquista o bien libertadora. ¿Dónde reside la verdad? Es la pregunta que hacemos al profesor Veselin Yanchev, jefe de la cátedra “Historia de Bulgaria” en la Universidad de Sofía “San Clemente de Ohrid”.

En este ya segundo centenario posterior al término de esta contienda, las valoraciones de los búlgaros se debaten entre un extremo al otro. Sin embargo, pese a los ánimos temporales y coyunturales, aquella contienda seguirá siendo para los búlgaros la guerra de Liberación, sin por ello descartar que en la misma el Imperio Ruso hubiera tenido sus objetivos propios. Lo positivo es que los intereses de la sociedad búlgara y de Rusia coincidieron en aquella época y que se llegó a la restauración de la estatidad búlgara.

Al margen de las hostilidades durante la guerra de 1877 a 1878, resulta escaso lo que se sabe sobre las ideas previas de Rusia de estructurar la administración y la gestión futuras en las tierras liberadas.

Ya en noviembre de 1876 en Rusia se creó una Cancillería para el gobierno civil de las tierras liberadas allende el Danubio, que serían arrebatadas al Imperio otomano. El propósito de Rusia era crear allá un gobierno cívico-castrense, con la participación de los búlgaros, quienes deberían acumular experiencia y tomar, luego, el destino en sus manos, resalta el profesor Yanchev.

Pero, ¿qué parte de los planes de Rusia con respecto a Bulgaria se pudo materializar?

Los planes de Rusia eran mucho más extensos Desde hacía siglos Rusia tenía planes de imponer su control sobre el Bósforo y los Dardanelos, de tener influencia en la península Balcánica. Tenía intereses estratégicos globales que coincidían con los de los búlgaros. Los documentos de los militares y del Ministerio de Exteriores de Rusia de aquella época ponen de relieve que tras la Liberación Rusia buscaba imponer sus posiciones en Bulgaria por medio del control sobre su política exterior y su ejército. El desarrollo interno del país no formaba parte de las prioridades estratégicas del Imperio Ruso.

¿Cómo habrían evolucionado los acontecimientos sin la guerra ruso-turca? ¿Habría sido viable la idea de Vasil Levski de que los búlgaros conquistaran solos su libertad?

La idea de Levski, si es que pretendemos ser precisos, no es que los búlgaros se liberaran solos, sino que tuvieran su aportación a su liberación o, al menos, estar presentes como factor a la hora de fijarse su destino posteriormente. No hay país de los Balcanes que se hubiera liberado sin la intervención de Rusia o el resto de las Grandes Potencias. No había manera de que los búlgaros triunfaran frente a un imperio que se había expandido en tres continentes. El problema era cómo forjar a líderes que después, cuando se decidirían los destinos del país, tuvieran su voz y voto. Es precisamente lo que no ocurrió. En este hecho residen muchas de las cosas que sucederían después. Los búlgaros contribuyeron a la intervención de las Grandes Potencias, Rusia incluida, también aportaron su granito de arena a la restauración de la estatidad búlgara. Sin embargo, en los momentos en que se sellaban los destinos de Bulgaria no hubo ni en San Stefano, ni en Berlín representante búlgaro alguno. Bulgaria apostó por la buena voluntad de las Grandes Potencias. El problema búlgaro sólo fue una parte de la Crisis de Oriente de 1875 a 1878. En pos de la solución de ésta, cada una de las Grandes Potencias perseguía sus propios intereses.

De los acontecimientos en aquellos años podemos sacar enseñanzas muy valiosas que nos serían de mucha utilidad también hoy en día, señala convencido el historiador Yanchev.

Al margen de todos los achaques infantiles de aquella época hay cosas que no debemos subestimar. Primero, la aspiración de los búlgaros de llegar a ser efectivamente parte de la Europa civilizada, de trasladar a Bulgaria los principios y modelos de estatidad más avanzados para la época, basar el gobierno del joven estado búlgaro en los principios de la libertad y el liberalismo, diseñar un modelo económico capaz de sacar rápidamente al país de su atraso. Las polémicas y los motivos esgrimidos ponen de manifiesto que en Bulgaria hubo estadistas visionarios que vislumbraban el desarrollo del país en las décadas posteriores .La otra enseñanza que imprescindiblemente hay que tomar en consideración es la politización fuerte de la sociedad, la pugna frenética por el poder, la negación del derecho del otro a tener su propia posición, que es algo que bloquea una serie de ideas positivas. Ir incesantemente de un extremo a otro no aporta al desarrollo consecuente, estable ni ascendente, por muy banal que suene esto.

Versión en español por Mijail Mijailov