Desde hace 20 años rige en Bulgaria un Consejo de Control Monetario. Se trata de un sistema monetario por medio del cual se implanta cotización fija con respecto a determinada moneda extranjera y, en virtud del cual, el dinero en circulación cuenta con una cobertura al cien por cien en la moneda escogida. Bulgaria es el único país de la UE con este sistema, implantado en el país en 1997 con el fin de estabilizar el sistema pecuniario nacional que, en aquel año, estaba zarandeado por una inflación de casi un 500 %. El Currency Board surte un efecto estabilizador pero también restringe la política monetaria del banco central que en muchos sentidos tiene las manos atadas.
Hasta no hace mucho en medio de los círculos políticos en Bulgaria existía una unanimidad casi plena de que el Consejo de Control Monetario debería mantenerse hasta el acceso del país a la Eurozona. En realidad, y objetivamente visto, el país ha implementado el euro en muchos sentidos puesto que la moneda a la que se mantiene anclada la moneda búlgara, la leva, es precisamente el euro, con un tipo de cotización invariable de casi 2 levas por 1 euro. No se pueden hacer pagos en euros en los comercios búlgaros pero numerosas transacciones son pactadas y cerradas en euros, concretamente las relacionadas con los bienes inmuebles que se venden y compran en euros.
Últimamente, empero, han aparecido dos tendencias. Destacados políticos y economistas nacionales están insistiendo con firmeza cada vez mayor en la supresión del Currency Board, en la adopción de un tipo de cotización flotante y libre y en una fijación de los tipos de interés por el banco central, y no en forma automática. Esto otorgará libertad al banco central que podrá, de esta manera, promover una política monetaria flexible en respaldo a la economía e, igualmente, podrá ser acreedor de última instancia para los bancos.
El Gobierno interino del primer ministro, Ognyan Guerdzhikov, se ha mostrado muy receptivo y sensible frente a las críticas lanzadas contra el Consejo de Control Monetario e, independientemente de la cortedad de su gestión, ha anunciado públicamente su intención de acelerar el trabajo de cara al acceso del país a la ERM-2, que es la llamada antesala de la Eurozona y, eventualmente, plantear la candidatura de Bulgaria. El Ejecutivo ha formado incluso un especial grupo de trabajo que se desempeñe intensamente en este terreno. Se trata, de hecho, de una solución salomónica puesto que tanto los impugnadores como los defensores del Consejo de Control Monetario quedan igual de contentos. Aquéllos, por la perspectiva que se avecina de abandonar el Currency Board, y, éstos, por el hecho de que el mismo no se suprimirá prematuramente antes de adoptar Bulgaria el euro.
Por consiguiente, el destino del Consejo de Control Monetario depende del acceso a la Eurozona y actualmente se van redoblando los esfuerzos en este sentido. Sin embargo, numerosas personas en Bulgaria se muestran escépticas ante la posibilidad de que este país acceda a corto plazo a la antesala de la Eurozona. Desde el punto de vista técnico se ve que Bulgaria se ajusta a tres de los cuatro criterios pero la decisión es, ante todo, política. Y es que cada vez que se trata de argumentos políticos, Bulgaria siempre sale perdiendo. Tal es el caso relacionado con el espacio Shengen, respecto al cual, el país se ajusta a la totalidad de los criterios técnicos pero, por razones políticas, se le niega admisión a la zona de libre movimiento. Es bastante probable que, aunque se le admita a la antesala de la Eurozona, Bulgaria siga en aquélla por un tiempo indefinidamente prolongado. No hay que olvidar que se está volviendo cada vez menor y menor la voluntad para la ampliación de la UE en cualquier esfera. Si a lo anterior agregamos las ideas sobre una Europa a dos velocidades, las oportunidades de Bulgaria para abandonar el Consejo de Control Monetario e ingresar en la Eurozona comienzan a tender al cero a corto plazo.
¿Significa esto que el Currency Board, incluso sin la adopción del euro, deberá ser suprimido, tal y como lo reclaman muchas personas? El hecho mismo de que Bulgaria es el único país de la UE que se ha quedado con tal sistema monetario indica que se trata de cierta anomalía, de una solución marginal.
Bulgaria ha acumulado experiencia, habilidades y competencias suficientes en la gestión de los procesos económicos y financieros para no seguir necesitando más esta muleta. Es que ésta ya comienza, de veras, a ser una traba para las decisiones de gestión flexibles y para las políticas de mayor adaptación.
Bulgaria deberá poner mientes en una política monetaria nueva si pretende -y esto es indispensable- lograr unos ritmos más rápidos de su crecimiento económico capaz de permitirle que alcance los niveles de productividad y de vida de la Europa unida.
Versión en español por Mijail Mijailov
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