La aldea de Maritsa, que se extiende sobre las estribaciones de la montaña Rila, no difiere en nada del resto de las aldeas búlgara. Calles limpias, patios y jardines bien ordenados, con arboles florecientes e hileras de flores. En el centro de este acogedor pueblo, por entre el cuadro idílico pueblerino, descuella un monumento de la cultura: la iglesia de San Nicolás. Hablará de este tesoro del arte pictórico
Veselín Hadzhianguelov, director del Museo de Historia de Sámokov.
La iglesia de San Nicolás que se remonta a la época del Renacimiento Nacional ha tenido tres períodos en el proceso de su edificación, dice el director del museo y agrega: Fue construida en los últimos decenios del siglo XVI, durante el período otomano. La arquitectura es típica para la Baja Edad Media, la iglesia es de una nave, de una ábside, de muros espesos de casi un metro, hechos de piedras soldadas con argamasa. El segundo período se inicia en el año 1830 durante el reinado del sultán Mahmud. Es testimonio de ello la inscripción sobre el dintel de la entrada en la fachada oeste. La tercera etapa es posterior al año 1869. La necesidad de una ampliación del espacio en el recinto del templo es indicio del aumento de la población cristiana en la aldea de Majalá, que es el nombre antiguo del pueblo de Maritsa. En las obras de restauración en 1961 se decidió conservar la iglesia en su aspecto originario.
Veselín Hadzhianguelov revelará ahora detalles sobre los frescos y las iconografías:
Uno de los estudiosos mejores de la iglesia es el crítico de arte Asen Chilinguirov quien es también autor de una monografía sobre la misma. A su juicio, los frescos tempranos se remontan a finales del siglo XVI y han sido pintados en dos etapas. Inmediatamente después de la construcción del templo, la decoración con frescos se había hecho sobre un soporte de arcilla. De aquellos frescos sólo quedan pocos fragmentos. La segunda etapa se produjo varios años después. Sobre un soporte encalado fueron pintados, al lado de las figuras de otros santos, figuras ecuestres de San Jorge y San Demetrio. En el espacio donde su ubica el altar hay frisos con medallones de santos cristianos y se ha recreado un ciclo de escenas festivas. En la bóveda se pintaron de manera magistral las figuras de Cristo Pantocrátor, en el centro de un doble círculo de medallones en que se pueden ver la Virgen María y San Juan Bautista. En los frescos de finales del siglo XVI se nota un estilo simplificado que se aproxima al arte paleocristiano. Posiblemente estén en lo cierto los estudiosos que consideran que los iconógrafos habían llegado a iglesia desde el Monte Athos y, muy probablemente fueron artistas del entorno de los discípulos de San Pimen Zograf, quien trabajó en la zona del Pequeño Monte Athos, en las afueras de Sofía. En el anexo oeste del templo hay frescos del siglo XIX, obra de iconógrafos de la escuela de Sámokov. Asen Chilinguirov considera que el maestro principal entre éstos fue Yoan Iconógrafo o, eventualmente, su hijo Nikola Obrazopisov, o bien, Mijal Belstoynev, uno de los últimos iconógrafos de Sámokov. En la bóveda, además de imágenes de Cristo y de San Juan Precursor se aprecian escenas de la vida y milagros de San Nicolás.
¿Cómo fue que en un pueblo pequeño como Maritsa, y encima, en la época del dominio otomano se hubiera construido una iglesia tan profusamente decorada?
Veselín Hadzhianguelov responde: Las aldeas a lo largo del curso superior del río Maritsa, o sea, los pueblos de Maritsa y Raduil tenían fama por la extracción de mineral de hierro que en ellas se hacía durante el período otomano. Aquello concedía mayor libertad a sus habitantes .El puerto de montaña por el que cruza el camino al actual centro de montaña de Borovets estaba custodiado por guardias búlgaros. Así la población cristiana podía construir sus templos y celebrar sus festividades. Otro de los motivos era que esa población disponía de recursos más cuantiosos. En las condiciones del dominio otomano el cristianismo fue una forma para conservar la identidad, la religión, el origen étnico.
Veselin Hadzhianguelov señala, refiriéndose a la multitud de monumentos cristianos en la región, que, según los registros conservados en el museo de Sámokov, las aldeas tenían una población predominantemente cristiana y agrega: Considerando la toponimia, conservada durante unos cien años, se nota que todas las zonas ostentan nombres recogidos del panteón de los santos búlgaros. En esas zonas hay construidos santuarios y capillas. Resulta muy elocuente en este sentido la aldea de Raduil en la que hay más de 40 capillas.
¿Necesita la iglesia de San Nicolás, cuyos frescos son monumento artístico de la cultura, de donadores actuales, para seguir conservada para las generaciones venideras?
La protección y conservación de los monumentos religiosos es deber nuestro. Las iglesias y monasterios antiguos, el patrimonio artístico que atesoran, forman parte del acervo de la cultura búlgara. No por casualidad, en los años 60 del siglo XX, el entonces flamante Instituto para los Monumentos de la Cultura hubiera desplegado una acción de envergadura con vistas a restaurar y conservar las iglesias antiguas. En ese período fue rescatada también la iglesia del pueblo de Maritsa.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Svetlana Dimitrova
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