La vida es lo que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes, reza una famosa frase. Una vez que consigamos entenderlo, empezaremos a vivir de verdad, no simplemente a existir, nuestro día a día cambiará, aprenderemos algo nuevo sobre nosotros mismos y escaparemos de la monotonía.
Es precisamente esto lo que ha impulsado a una ciudadana del mundo, la escritora búlgara Tsanka Tsankova, conocida por su apodo Mona Chobán, a darle la espalda a la vida asegurada y al glamour de grandes megalópolis como Moscú y París y elegir la tranquilidad y la magnífica naturaleza de una aldea en la montaña Ródope. De su vida en la aldea de Kisélchovo, en la Bulgaria meridional, y lo que la hizo optar por establecerse allí cuenta lo siguiente:
El pueblo es muy pequeño, con 14 habitantes y 32 casas, a 1.200 metros sobre el nivel del mar. Todo en derredor está sumergido bien en verde, bien en blanco, dependiendo de la temporada. Es muy tranquilo y silente, lo que me fascinó a la primera vista. Comencé a restaurar casas antiguas, poniendo mucho de mí misma, y esto se ha convertido en parte de mí. Me cautiva el que puedo hacer cosas interesantes y muy agradables para mí.
Todo empezó siete años atrás, cuando Mona Chobán visitó accidentalmente Kisélchovo y se enamoró de la aldea. Decidió comprar varias casas y consiguió restaurarlas con la ayuda de un equipo de sesenta personas que ni siquiera son constructores profesionales. Nunca falta gente dispuesta a ayudar y aprender algo nuevo, dice. Restauradas en su aspecto autóctono y llenas de muebles adquiridos en tiendas de antigüedades de París, las casas han cobrado una nueva vida. Una de estas casas la escritora la ha convertido en su propio hogar, y una otra, en centro de artes donde se celebran talleres de artesanías.
Es un lugar donde la gente puede venir y disfrutar del pueblo y el silencio, y, durante los talleres, aprender a hacer cosas nuevas de otras personas, con conocimientos prácticos que están dispuestos a compartir –prosigue Mona Chobán– . Contamos con talleres de cocina y talleres de artesanía; hacemos fieltro de lana y jabón natural. Cada año el programa es diferente y procuramos que sea interesante y no repetirnos. La idea de la vida en Kisélchovo es que la gente no se sienta limitada, sino que pueda realizar en el momento lo concebido.
Mona Chobán ha adoptado como misión la recuperación y la preservación de Kisélchovo, ya que ha invertido en la aldea parte de sí misma. Con su ayuda, varias familias descubrieron su Edén en la pequeña localidad rodopiana y también compraron propiedades allí.
En Kisélchovo no hay teléfonos móviles ni tiendas para aprovisionamiento; para comprar comida hay que ir a la cercana ciudad de Smolyan, centro administrativo del municipio homónimo. En cambio, los visitantes del pueblo pueden participar en la preparación de pan, yogur, queso y mermelada de frutas siguiendo las tradicionales recetas locales. Los participantes en los talleres pasan a formar parte de una familia grande que trabaja y vive unida, lo que ha ayudado a los habitantes del Ródope a sobrevivir a lo largo de los siglos.
Según la escritora, es muy importante que la gente se dedique a las experiencias que realmente quiere vivir y seguir sus instintos. La distancia de la gran ciudad y la falta de televisión o de un producto en particular no es ninguna pérdida. La vida en la aldea hace que uno se replantee a sí mismo, que se dé cuenta de cuáles son los verdaderos valores, recordar la comunicación fuera de las redes sociales y descubrir muchos amigos nuevos, y también emociones que perduran para siempre.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Archivo personal y artel13.com
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