La Galería Municipal de Arte de Sofia exhibe la exposición de investigación Símbolo e imagen en el arte moderno de Bulgaria, dedicada a los iconos y su reflejo en la obra artística secular, y que reúne más de un centenar de obras.
El tema de la presencia de los iconos en el arte contemporáneo, o más bien en el arte moderno, en las obras seculares, me entusiasma desde hace un año y medio –explica Luben Domosetski, curador de la exposición– . Durante todo este tiempo me he dedicado a buscar autores que, tras la Liberación del dominio otomano, empezaron a presentar iconos de una u otra forma. Eran iconos como parte de un interior, como parte de un paisaje o como parte de un ritual mostrado en la obra; o bien el icono como punto de partida para nuevas obras, por ejemplo en los años 20, cuando fueron especialmente populares en el arte secular búlgaro. De hecho, así se llegó a la selección de esas obras.
Las obras de la exposición fueron creadas en el período desde la Liberación de Bulgaria de la dominación otomana, en 1878, hasta 1989. ¿Cómo y hasta qué punto influenciaron los artistas medievales y de la época del Renacimiento Nacional Búlgaro (siglos XVIII a XIX) a los autores de después de la Liberación?
En distintos períodos hay un interés creciente por el arte medieval –dice Luben Domosetski– . Si nos fijamos en algunos de los primeros autores extranjeros que llegaron a Bulgaria, se han quedado impresionados por las antigüedades que encontraban y las han presentado de una u otra forma con una descripción etnográfica. Para ellos todo es importante: desde el más nimio detalle en los coloridos trajes de la población local, hasta el más insignificante detalle en el diseño de un templo cristiano balcánico, incluyendo los iconos en las paredes de las iglesias y los iconos del iconostasio.
Luben Domosetski pone como ejemplo a uno de los pintores más brillantes de la Bulgaria de después de la Liberación, el checo Iván Mrkvička, que en una de sus pinturas representa una oración con un cordero de San Jorge. Para Iván Mrkvička, cada detalle es importante, desde los elementos del traje y las dos velas encendidas sobre la cabeza del cordero, hasta la disposición del interior. A espaldas del sacerdote se muestra un icono. Es decir, ese icono está presente en el espacio del templo y es parte de un todo que recrea el interior del templo y la vida religiosa de los pueblos de los Balcanes.
Otros artistas extranjeros presentados en la exposición son el austríaco Joseph Oberbauer y el checo Joseph Pieter, que han recreado aspectos de la vida en la antigua Sofía.
Podemos imaginarnos cómo era Sofía a finales del siglo XIX, poco después de la Liberación. Había pocos edificios modernos, las calles no estaban asfaltadas y estaban llenas de barro. Los edificios eran de una planta, bajos y achaparrados, y entre ellos se veían algunos conservados de otras épocas. Había mezquitas, iglesias, estaba el templo catedralicio de Santa Sofía, la rotonda de San Jorge… Los autores extranjeros quedaban impresionados por semejante realidad balcánica, tan distinta a todo a lo que estaban acostumbrados.
Otro contexto en el que aparecen los iconos es la presentación de pinturas de carácter histórico relacionadas con el pasado medieval de Bulgaria y el Renacimiento Nacional y con el tema de los pintores de iconos.
Son temas que emocionan mucho a los artistas –subraya Luben Domosetski– . Los iconos están presentes, por ejemplo, en una composición relacionada con el Segundo Reino Búlgaro y su capital, Tárnovo, o vigilando al lado de una madre que espera, o los héroes del Renacimiento Nacional están presentados como guerreros a caballo, derrotando al Mal encarnado por un dragón.
Todos estos son temas que el curador ha tratado de presentar en la exposición.
Tras la Liberación, el arte religioso búlgaro siguió el camino del academismo, “una representación más naturalista de las obras, sin aquel carácter decorativo plano”, comenta el curador. Un detalle curioso es que en los años 20 del s. XX, en el arte secular hay un regreso hacia la estética de los iconos medievales: cada vez más autores modernos se entusiasman por el arte y la iconografía bizantina, los frescos, los murales… Esto está fuertemente influenciado por el esfuerzo por modernizar el arte búlgaro mediante la búsqueda de una imagen nacional, explica el curador. Como ejemplo señala a distinguidos pintores locales como Iván Milev o Iván Penkov, que crearon principalmente en los años 20 del siglo pasado. Cuando hablamos de la influencia de la iconografía en el arte secular, no hay que olvidar el impacto del lenguaje artístico: la inclusión de halos, oro, una presentación de la forma más lineal y decorativa. Todo esto, por supuesto, tiene su propio significado profundo, y ese lenguaje de símbolos no es casual y no se debe a alguna ocurrencia del iconógrafo. Son precisamente estas características específicas del arte medieval las que, a veces, impresionan a los artistas, afirma Luben Domosetski.
Versión en español por Marta Ros
Fotos: Veneta Pavlova y sghg.bg
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