Se acerca el 1º de marzo, una de las fiestas búlgaras más hermosas, cuando todos, niños y mayores, nos amarramos a la muñeca o nos ponemos en la solapa un pequeño adorno hecho de hilos blancos y rojos entrelazados llamado mártenitsa, por el nombre de la Abuela Marta, que es cómo los búlgaros solemos denominar por tradición el mes de marzo. Esto se hace para buena salud, y también para dar la bienvenida a la primavera. Se adornan con la mártenitsa también nuestros compatriotas que viven en cualquier punto del planeta. Muchos niños búlgaros en el exterior elaboran mártenitsas para regalarlas a sus amiguitos y darles a conocer de esta manera bellas tradiciones búlgaras. Por su parte, los niños en Bulgaria organizan una serie de iniciativas caritativas, vendiendo mártenitsas para ayudar a los necesitados; una idea contagiosa que gana impulso y fomenta la empatía.
Semejante acción de caridad es un taller para elaborar mártenitsas, organizado en la pequeña villa de Pópovo, en el noreste de Bulgaria, habitada por 15.000 personas dotadas de corazón grande y generoso. Rositsa Jrístova, secretaria de la Casa de Cultura local, aporta más detalles al respecto:
El mensaje de nuestro taller es, sobre todo, un mensaje por la bondad, por la empatía con los niños de nuestra ciudad que tienen problemas de salud. Este año el taller empezó el 15 de febrero y continuará hasta el 3 de marzo. La iniciativa es completamente de la Casa de Cultura de Pópovo. Durante trece años nuestra causa, llamada Niños ayudan a niños, logra unir a los niños de todas las escuelas primarias de la ciudad para ayudar a los necesitados. En los últimos años, los niños de los círculos infantiles también se incorporan a la causa para mostrar sus habilidades en la elaboración de este símbolo búlgaro.
Crece, asimismo, el número de los voluntarios que capacitan a los participantes en el taller. Durante dos semanas, por la mañana y por la tarde, los niños hacen mártenitsas volcando en ellas mucho talento y originalidad. Además se familiarizan con las leyendas sobre la mártenitsa, con las tradiciones y las costumbres, y aprenden versos y canciones dedicados a esa fiesta. Invitada especial al taller es la nieta de la Abuela Marta o la propia Abuela Marta. La víspera del 1º de marzo, la Casa de Cultura se ilumina por una exposición muy bonita, y los vecinos de la ciudad tienen la oportunidad de comprar las mártenitsas hechas por los niños. Los materiales para la elaboración de los adornos rojiblancos son proporcionados por la Casa de Cultura. Los hilos y los abalorios corren por cuenta de nosotros, los mayores, y los niños ponen la creatividad. Al final, junto con los voluntarios de la Cruz Roja Juvenil de Bulgaria repartimos las mártenitsas por toda la ciudad. Cada año recaudamos alrededor de 800 a 1200 levas (400–600 euros) y todos son para niños con problemas de salud o socialmente desfavorecidos. Conjuntamente con la Municipalidad decidimos dónde donar el dinero. Este año los fondos recaudados se destinarán a dos gemelos de dos años con problemas de salud.
Son cada vez más las personas que se suman a esos actos bienhechores, ayudando de tal manera a las familias necesitadas, mientras que para los pequeños artesanos, la satisfacción de la buena obra es enorme.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: pgss-popovo.com
La protección de los animales y de los niños desfavorecidos, así como la promoción de diversas iniciativas culturales, son fundamentales para mejorar el entorno vital en Bulgaria. Bajo esta premisa, la talentosa pianista Nadezhda Tsanova..
Con una puntuación de 5,9, los búlgaros en la UE son los más insatisfechos con su vida, según datos de una encuesta de Eurostat correspondiente a 2023. En la encuesta, los ciudadanos de la UE tuvieron que evaluar su satisfacción general con la vida en..
Los números de identificación están en la base de la genealogía, una ciencia que se ocupa de los árboles genealógicos, el origen del hombre y los lazos familiares. Los números de identifiación nos diferencian como personas: de ello está convencido el..
"Niño búlgaro yo soy, del verdor de nuestras montañas estoy fascinado; búlgaro llamarme es de mi máximo agrado", escribía con orgullo Iván Vazov,..