Hay muchas formas distintas de viajar a épocas históricas. Si elegimos el enfoque serio de los científicos, nos enterraremos en estrictas crónicas de descripciones y fechas, pero nos embargarán el aroma del tiempo y las emociones de la gente. La exposición “Saludos de… Italia y Bulgaria”, sin embargo, es como un colorido globo que vuela sobre los eventos, las tradiciones y los sabores de todo un siglo: echando una ojeada a los mensajes íntimos de las postales, los sellos pegados en ellas y las caras de las monedas, la exposición nos habla de la vida en ambos países durante el siglo pasado.
Esta exposición, ubicada en las sofisticadas salas del antiguo Palacio del Príncipe y en colaboración con el Instituto Cultural Italiano y el Museo Etnográfico Nacional, presenta las similitudes y las diferencias entre la historia de ambos países durante el siglo XX, así como la forma en la que los sucesos políticos afectan a las historias personales.
En un período relativamente corto, ambos países se liberaron y se unieron, y hubo búlgaros que lucharon en los destacamentos de Garibaldi, explica la Dra. Iglika Mishkova, curadora de la exposición. Además, Bulgaria e Italia participaron en las guerras mundiales y 1946 fue crucial para ellos. Entonces ambos países fueron declarados repúblicas, pero partieron por caminos distintos: mientras uno cayó tras el Telón de Acero, en el otro empezó un rápido desarrollo industrial de alto consumo y numerosas reformas educativas. A finales del s. XX en Italia entró en circulación el euro, mientras que en Bulgaria en 1989 cayó el régimen comunista y en 2017 el país pasó a ser miembro de la UE.
Y a medida que los fragmentos de mundos personales iban formando el panorama general, ¿cómo lo veían un búlgaro y de un italiano, respectivamente, a principios del siglo pasado?
Si imaginamos que estamos contando la historia a un búlgaro de visita en Sofía, éste ve muchos edificios y vehículos nuevos, observa los cambios en las calles principales y en el entorno urbano relacionados con el desarrollo de la estatalidad, continúa la Dra. Iglika Mishkova.
Observa así también los museos, los jardines del Palacio del Príncipe, y todo ello encuentra su lugar en las postales, de cuyas imágenes podemos rastrear el desarrollo de la ciudad. El reflejo de la historia italiana descubre cómo la gente se interesaba cada vez más en visitar centros turísticos y cómo los eventos culturales ocupan un lugar importante en sus vidas. Por eso La Scala de Milán se convirtió en su edifico emblemático. Con esa postal, uno de sus espectadores desea a sus seres queridos, con elegante letra, que alcancen, aunque desde la distancia, el arte superior. La situación en Bulgaria era similar: tras la Unificación de Bulgaria y su industrialización, la gente tenía una mejor educación y empezaron a entusiasmarse por las mismas cosas que en Italia.
La postal búlgara más antigua de la exposición data de 1898 y recrea la elaboración de aceite de rosas, mientras que la postal italiana más antigua muestra una imagen del Coliseo y tiene matasellos de 1881. A lo largo de los años, el contenido y la letra de las postales han ido cambiando, pero hay algo que sigue inalterable: cada una de ellas termina con “Saludos y besos”, tanto en italiano como en búlgaro.
Las postales que más me gustan son las que tienen imágenes de lugares que ya no existen o de los que han cambiado, como por ejemplo calles o monumentos, dice el Embajador de Italia en Bulgaria, Stefano Baldi. Viendo cuál era su aspecto en el pasado, uno puede entender mejor las cosas que han pasado en lugares concretos. Y esto sucede en cualquier ciudad: cuando veo postales de la antigua Sofía y las comparo con lo que veo hoy en día en esta misma ciudad, entiendo qué desarrollo ha experimentado un sector en concreto o un sitio determinado, incluyendo mi embajada.
Hoy las postales dan paso a los selfies en las redes sociales, los sellos aún llevan su parte de la historia cuando se trata de comunicarse “en papel”, y las monedas no revelan quién gobierna. Dentro de 100 años contaremos lo que hemos experimentado mediante imágenes fiables pero, ¿habrá algo que nos susurre sobre los anhelos del alma humana que ahora encontramos en la curvatura de una letra o en lágrimas disueltas de tinta?
Versión en español por Marta Ros
Fotos: Diana Tsankova
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