La injusticia social representa uno de los temores mayúsculos que sienten los búlgaros jóvenes. El euroescepticismo y el nihilismo nacional no encuentran terreno propicio en su fuero interno. Así lo indican los datos de un sondeo sociológico comparativo efectuado entre personas jóvenes de los países balcánicos. Para el 85 % de ellos, su apariencia física es el valor más apreciado. La independencia individual y la carrera profesional constituyen también sendas prioridades de estos jóvenes. Una quinta parte de ellos no lee nada, una cuarta parte no practica deportes. Un 61 % de los jóvenes en Bulgaria no desean emigrar, si bien propenden más a hacerlo quienes tienen nivel educacional más bajo. El sociólogo Parvan Simeonov, director ejecutivo de la Gallup Internacional Bulgaria, procurará a continuación esbozar la imagen generalizada de los modernos búlgaros jóvenes.

Todo parece indicar que el estilo de vida consumista y el empleo insuficiente del tiempo de ocio figuran entre los factores que conducen a la conclusión de que la gente joven en Bulgaria, al parecer, posponen cada vez más el momento para abandonar al hogar paterno, el matrimonio y los hijos. En palabras, eso sí, existe un apego al matrimonio, incluso superior al que existía antaño, hay también un apego al modelo del matrimonio de dos hijos pero, en realidad, esto no es así. Lo que aporta cierta serenidad es el hecho de que tal es el espíritu de la época, o sea, que nuestra juventud se mantiene en sintonía con la época.

Apenas un 14 % de los hijos discrepan en temas políticos de sus progenitores ¿Quiere esto decir que se ha mitigado el conflicto generacional?

El hecho de que las ideas de las personas jóvenes coincidan con las que tienen sus padres es indicio de que la transición en Bulgaria ha concluido hace ya un buen rato. La rebelión de la generación anterior, el motín contra los padres ya han acabado, lo cual es testimonio de una normalización. La politización y la confrontación tempestuosas entre las generaciones pertenecen al pasado, quizás para mejor.

Los jóvenes señalan la libertad como primordial, y luego sitúan los beneficios. Sin embargo, una parte muy insignificantes de ellos, de apenas un 7 % se interesa por la política.

Sospecho que hayan señalado como primordial la libertad, puesto que es ésta la respuesta correcta. Por entre los temores conceden prioridad a la injusticia social y esto, al parecer, cobra nitidez por primera vez de manera tan brillante. Esto es también cierta forma de normalización, ya que durante un largo tiempo esa generación iba irradiando individualismo. Es estremecedor el porcentaje elevadísimo de los jóvenes que convienen en que las calificaciones escolares en Bulgaria se compran. Esto es, a su vez, indicio de un pragmatismo extremo. Los jóvenes estiman que el saber que obtienen en la escuela y en la universidad no se ajusta a los requisitos que plantea el mercado laboral. Y, no en último lugar, señalan la buena suerte como criterio para conseguir un empleo, y es que esto no es una garantía muy elevada que digamos para nuestra sociedad.

Los jóvenes se decantan por medios sociales. ¿Hacia dónde los conducen éstos?

La tecnología ha llegado ya a la fase de la inteligencia artificial y pugna por irrumpir en nuestro cuerpo. Lo de un “upgrading biológico” ya va camino de convertirse en un término legítimo. En los próximos años iremos observando un desarrollo impetuoso en este sentido, pero es cuestión de otro tipo si esta evolución resultará accesible para la sociedad búlgara. Es que estos procesos dividen el mundo en un centro que puede permitírselo y una periferia que, además de no podérselo permitir, se encuentra en otro peldaño del escalafón evolutivo. Es que si fulano puede hacer un upgrading de sus ojos, orejas o lo que sea, y mengano no lo puede, ello es, pues, un problema de la evolución. Aunque los jóvenes pretendan desengancharse de las tecnologías, no estoy seguro de que las tecnologías les vayan a dejar a que lo hagan.

Es en lo sucesivo cuando se analizará el sondeo, efectuado por encargo de la Fundación “Friedrich Ebert” en 10 países balcánicos, señala Parvan Simeonov. En Bulgaria este sondeo ha sido preparado por el Instituto “Iván Jadzhiiski” y llevado efecto por la Galllup International Bulgaria.

Lo que puedo decir desde ya es que se observan niveles curiosos de una preferencia nacional .Hemos ensayado en el sondeo dos aseveraciones provocativas para comprobar las reacciones de los jóvenes. Son: “Me siento orgulloso de ser ciudadano de mí país” y “Es bueno que mi país esté poblado exclusivamente de búlgaros genuinos”. Los jóvenes de Bulgaria ocupan el primer puesto en los Balcanes en apoyar ambas aseveraciones. Es decir, va en aumento cierto sentimiento patriótico que, incluso, hasta trasciende el patriotismo. Ocurre, quizás, porque se trata de algo en boga en el mundo de Occidente. Y, tal vez, porque en los Balcanes, sólo en Bulgaria no ha habido recientemente combates en estas tierras. Lo bueno es que lo nacional va aumentando emparejado con lo europeo. Obviamente,en Bulgaria, no caben ni el euroescepticismo ni el nihilismo nacional, o sea que, los búlgaros difícilmente renegaremos de Europa como tampoco renegaremos de nuestro país, concluye Parvan Simeonov.

Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: BGNES