Atanás Burov fue diputado en diez Legislaturas de la Asamblea Nacional, así como ministro en cuatro gabinetes en los tiempos más turbulentos para Bulgaria. Gracias a su autoridad, contactos y diplomacia, Burov logró sacar a este país de las condiciones humillantes en que lo había colocado el Tratado de Paz de Neuilly (1919), renegociando el calendario de amortización de las reparaciones, ascendientes a 680 millones de francos de oro, y logrando reducir dos veces el valor neto de deuda sin intereses. Negoció, asimismo, dos préstamos muy importantes para la estabilización de la moneda búlgara, el lev, así como para la economía del país. Con el dinero, proporcionó tierra y vivienda a los refugiados de Macedonia y la Tracia del Egeo que buscaron la salvación en Bulgaria en el período de 1913 a 1923. Durante la Segunda Guerra Mundial, Burov también ayudó a salvar a los judíos búlgaros del holocausto nazi, haciendo uso de sus contactos con los embajadores alemanes en Sofía a los que convenció de que el pueblo búlgaro nunca aceptaría una actitud discriminatoria hacia sus compatriotas judíos. Después de 1944, cuando en Bulgaria se instauró un régimen prosoviético, Burov fue condenado a un año de prisión por el Tribunal del Pueblo, de carácter extraordinario y anticonstitucional, que funcionó hasta el año 1945 como un órgano del terror de la izquierda. Purgó la condena pero fue procesado de nuevo simplemente por ser Burov y en 1950 fue condenado a 20 años de prisión acusado de preparar un golpe de Estado. En 1954 murió en la prisión de Pázardzhik, en el sur de Bulgaria.
Aun narrada en breve, la biografía de Atanás Burov da una idea de una vida dedicada al bienestar y la prosperidad de la patria. El diplomático búlgaro tuvo además ideas concretas relacionadas con la unificación de Europa.
Ya en el año 1939, en artículos redactados por él, Burov predijo la creación de la Unión Europea, porque las naciones europeas olvidarían sus contradicciones y se unirían sobre una base económica –explica Andrey Kovachev, eurodiputado y miembro de la presidencia del PE– . El hecho de que un espacio del edificio del Parlamento Europeo en Bruselas lleva el nombre de Burov es un reconocimiento de que también en Bulgaria había estadistas con un pensamiento europeo y democrático que creían que nuestra patria debía formar parte de la familia de las naciones democráticas europeas.
Burov siempre actuó en interés de su país y de Europa, fue un filántropo, un defensor de la democracia y un opositor al totalitarismo, dijo el presidente del PE, Antonio Tajani, durante la ceremonia oficial con la cual Atanás Burov se convirtió en el primer búlgaro que dio nombre a una parte de esta institución europea clave.
Con respecto al mensaje que Bulgaria envía a la UE mediante esta iniciativa, el eurodiputado Andrey Kovachev comenta que el país, junto con sus vecinos y amigos de las demás naciones comunitarias, debe continuar los esfuerzos para construir un hogar europeo común. Además, señala a Burov como “un ejemplo de personalidad que encaja muy bien en la noción de una persona que profesa una gran parte de los valores europeos como la libertad, la democracia, el estado de derecho”. Una prueba de ello son las palabras de la personalidad pública Atanás Burov, que nos han llegado:
Tenemos que ser europeos si sentimos que necesitamos a Europa. Si nos consideramos todopoderosos para pasar de su ayuda, y capaces de resolver los problemas por nuestra cuenta, entonces podemos ser lo se nos antoje: asiáticos, balkánicos, etc. No obstante, dudo que haya siquiera dos personas en sus cabales en Bulgaria que se hagan la ilusión de que podemos resolver algunos problemas por nuestras propias fuerzas. Cualquiera que sea nuestro problema, sólo se resolverá con el consentimiento de los países europeos. Pero para obtenerlo, hemos de tener en cuenta la mentalidad de estos pueblos y evitar cuidadosamente cuanto nos haga quedar mal ante ellos.
Versión en español por Daniela Radíchkova
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