La apoteosis del consumo, el Viernes Negro, “Black Friday”, es un fenómeno que los consumidores búlgaros conocieron, relativamente, en fechas recientes, hace no más de 6 o 7 años. Las reacciones iniciales despertadas por el importado apogeo del instinto consumista se han mantenido contradictorias hasta hoy en día. Tanto los comerciantes como los clientes en Bulgaria van viendo todavía con ciertas reservas este festín de los precios bajos. Se ha llegado incluso a acciones de protestas de ciudadanos contra las promociones “Black Friday”, esperadas para el último viernes de noviembre. Según los orgullosos búlgaros se trata de un consumismo de corte brutal y desenfrenado. ”No nos pondremos ante los sitios electrónicos desde primeras horas de la madrugada esperando conseguir descuentos de cosas de cualquier tipo. Incluso, si algo nos gustara insistiríamos en pagar el precio íntegro”, ha manifestado un portavoz de este movimiento nacional de repudio del Black Friday.
No cabe duda, empero que el Black Friday y el Cibermonday, o sea Ciberlunes, que le sucede, van cobrando cada vez mayor popularidad acaparando cada vez más la atención de empresarios y consumidores por igual. Este año el Viernes Negro, pese a producirse oficialmente el 29 de noviembre, comenzó y se extendió en Bulgaria durante casi todo el mes de noviembre. Los comerciantes, en reñida rivalidad, se han apresurado a anunciar rebajas que van del 40 % al 70% en los precios de sus productos. Una de las mayores tiendas de comercio electrónico ya ha informado que en las primeras dos horas de la promoción anticipada se habían vendido bienes de consumo por valor de 7 millones de euros. Puede que sea cierto, y es posible también que el comerciante se haya hecho una autopromoción, pero es un hecho comprobado el que un 95% de los búlgaros ya se han enterado y bien saben lo que es el Viernes Negro, vinculado por la mayoría de ellos con las compras online. Desde luego, los centros comerciales también se han sumado al fenómeno y en ellos se pueden observar multitudes de clientes apresurados y febriles dispuestos a no perderse estas rebajas. Según cálculos hechos por expertos, se espera que la facturación de los comercios alcance la cuantía de 800 millones de euros, cifra superior casi en un tercio, al monto de la registrada en este período en 2018.Esta fiesta del comercio no parece ser muy del agrado de los pequeños comerciantes de menudeo, incapaces de competir con las grandes cadenas de comercios debido a los descuentos menores que les dan los comerciantes mayoristas y los fabricantes, un hecho que no les permite rebajar mucho los precios para los consumidores finales.
Cabe decir a estas alturas, como se habla de rebajas, que son precisamente éstas las que despiertan las sospechas y el escepticismo ante el Black Friday por parte de no pocos búlgaros. Estas personas, simple y llanamente, no creen que las anunciadas rebajas de los precios sean verdaderas, y no inventadas por los comerciantes. ”La gente se está quejando, las más de las veces, de que los descuentos en estos días son irreales”, explica Dimitar Margaritov, presidente de la Comisión de Protección al Consumidor. ”Avisamos, frecuentemente, de las formas de las infracciones y esto puede mover a la gente a quedarse con la impresión de que esas irregularidades hayan inundado toda la campaña. La verdad es que en el marco de estas jornadas de rebajas solemos hacer no menos de 250 a 300 inspecciones y, en un 10% de los casos comprobamos infracciones de distinta naturaleza”, agrega Margaritov.
Resulta, en última instancia, que la mayoría de los comerciantes juegan limpio en el Black Friday.Y, así, sonmuchosquienesconfíanen sus tentadoras ofertas. Según un sondeo demoscópico efectuado en vísperas del Viernes en cuestión un 73% de los búlgaros entrevistadoshan declarado tener la intención de ir de compras ese día y gastarse entre 50 y 400 euros. Los productos de mayor demanda serán la ropa, los electrodomésticos, el calzado y los cosméticos.
El Viernes Negro es fenómeno beneficioso para la economía búlgara, habida cuenta de que el motor principal del crecimiento de aquélla es justamente el consumo interno. O sea, mientras mayor sea el número de los búlgaros que hagan compras mayor será el crecimiento del PIB y más nutrido, el número de los nuevos puestos de trabajo. Por otro lado, sin embargo, es imposible pasar por alto el hecho de que los búlgaros sean los europeos de ingresos más bajos y de un poder adquisitivo bastante limitado en comparación con los estándares europeos.
Esto, lógicamente, es un freno para el crecimiento económico. No obstante, en este sentido se vienen notando en los últimos años tendencias positivas: los ingresos de los búlgaros aumentan continuamente y con relativa rapidez. Según diversas fuentes este aumento supera el 10 % anual y es válido no sólo para quienes trabajan sino también para los pensionistas, cuyas pensiones crecen, también al año, un 5 % a un 7%.
Versión en español por Mijail Mijailov
(Fotos: BGNES)
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