Hasta hoy en día no se sabe a ciencia cierta cuándo apareció el primer rosario. Existen, sin embargo, diferentes mitos −cuenta un conocedor, identificado con sus iniciales S.V.− . Uno de ellos dice que un sacerdote budista le dijo a un hindú pobre y analfabeto que rezara 108 oraciones,a lo que éste respondió que no sabía contar. El sacerdote le hizo un rosario de 108 huesos y le dijo que por cada oración pasara un hueso.
S.V. adquirió su primer rosario cuando tenía sólo 14 años y ahora, con 50 abriles más a cuestas, sigue completando su valiosa colección.
Los rosarios son uno de los atributos más conocidos de todas las religiones, que sirven para recitar oraciones o mantras.
Los rosarios ortodoxos que se hacían en el Monte Athos eran de lana negra −comenta el coleccionista−. El color negro simbolizaba la tristeza por la muerte de Cristo, y usaban lana porque los monjes eran pobres. En épocas del Imperio Otomano, aparecieron los rosarios orientales o malas para ricos y pudientes. Se elaboraban de ámbar u otras piedras preciosas o semipreciosas y acreditaban el estatus de su propietario. Lo más importante de las malas es la borla, que es grande, de seda suave, mientras que en la ortodoxia el rosario es de color negro y termina en una cruz.
El rosario puede ser de huesos, ágata, ojo de tigre, etc.
Los hay de plata e incluso de oro, pero éstos más bien muestran la vanidad de su dueño.
Los mejores son de ámbar y de faturán, una especie de resina a base de partículas de ámbar, baquelita, etc., coloreada con coñac o vino tinto. A veces, para cambiar el color, se agregan tintes naturales. Lamentablemente, esta receta desapareció durante la Segunda Guerra Mundial. Digo “lamentablemente”, porque al pasar las esferas de faturán en la mano, éste absorbe calor del cuerpo y empieza a exhalar una fragancia muy agradable.Últimamente, la gente anda dominada por una manía: ensarta las hermosas cuentas de ámbar en cadenitas de plata, lo cual no está bien porque la plata destruye el ámbar a medida que se mueve, explica S.V.
Uno de los rosarios más interesantes de su colección está hecho de una especie de coral negro, también llamado “el árbol del mar”.
Tengo, asimismo, uno bonito e interesante de cuerno de búfalo salvaje de África, uno de plata, regalo de mi padre, y varios con diferentes esferas: de plata, ágata y ónix, otro muy bonito, de nácar que compré en Ojrida.
Mi rosario favorito es uno de cuentas amarillas. No es gran cosa, pero me gusta quizás por tener el aspecto más antiguo, confiesa el coleccionista, y agrega que en la actualidad a los rosarios ya se les suele usar como accesorios de moda, y también como remedio para combatir el estrés, para concentrarse y calmar los nervios. Siempre llevo en el bolsillo un pequeño rosario de ocho granos y cuando pienso en algo o estoy cansado, me pongo a pasarlos, dice.
En Bulgaria, los rosarios no gozan de popularidad y no hay tiendas especializadas donde comprarlos.
Por último el coleccionista opina sobre si es necesario ser religioso para tener un rosario.
Antaño quizás sí, pero hoy en día ya no. Yo colecciono rosarios y sin embargo soy ateo. Lo uno no tiene nada que ver con lo otro. Lo importante es sentir agrado por los rosarios, que éstos sirvan para algo, que mitiguen la ansiedad.
Versión en español de Daniela Radíchkova
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