Los hemos visto andrajosos tender la mano pidiendo limosna, tirando con dedos hábiles de un monedero en un tranvía repleto de gente, vagabundeando con basura en la mano con la esperanza de ganar algunas monedas en los puestos donde se recolectan materiales para el reciclaje. Nos indignamos sin siquiera hacernos la pregunta más importante: de por qué еstos pobres niños búlgaros no visten bien, por qué no pasean de la mano con sus madres, por qué deambulan de noche por las calles, por qué… no son como nuestros hijos.
La Fundación de Salud y Desarrollo Social se ha planteado el objetivo de evitar que los niños de dos barrios capitalinos de población predominantemente de la minoría gitana lleguen a parar en la calle, luchando contra el abandono temprano de la escuela, el descuido de su salud y el aislamiento social. Trabajadores sociales, psicólogos, pedagogos y miembros de la comunidad trabajan en tres centros diurnos con niños y adolescentes de hasta los 18 años de edad que no están cubiertos por el sistema educativo y que han sido identificados en riesgo de marginación.
Aparte de cuidar por la salud, los activistas de la Fundación inscriben a los bebés en el servicio de alimentación infantil, buscan médicos de cabecera para los niños, pero su labor está centrada en la educación y el retorno de los niños a la escuela. Por esto los más pequeños van a las guarderías de la Fundación, y los mayores se ponen al día con las lecciones con la ayuda de especialistas. El trabajo con los padres fomenta aún más la provisión de un entorno familiar de respaldo a los menores.
En los meses de aislamiento social a causa de la epidemia del coronavirus, los activistas de la organización no renunciaron a los cuidados por la comunidad y fueron entregándoles paquetes con alimentos para prevenir el hambre.
“En el barrio de Fakulteta y en el complejo de viviendas Fílipovtsi, de fuerte concentración de población gitana, no hay niños que duerman en la calle −dice, categórica, Zornitsa Stoíchkova, metodóloga de la Fundación− . Desde luego, hay padres que han dejado a sus hijos en casa de los abuelos ya que trabajan en el extranjero. Aunque también ha habido casos en que nadie se responsabilizaba con los cuidados por los niños y ellos literalmente quedaban en una habitación vacía. En tales casos, se adoptan diferentes medidas por parte de la Agencia Estatal para la Protección al Menor. Pero si los padres trabajan durante el día y no hay quien cuide de sus hijos, éstos vienen a nuestro centro y pasan allí el tiempo. Desafortunadamente, a veces sucede que los niños son sacados de la familia, pero no por violencia, sino porque son abandonados.
Ya sea porque han llegado a parar en la calle o porque han sido víctimas de abuso mental o físico, los niños necesitan de ayuda especializada para afrontar sus problemas y evitar los malos caminos que los acechan. Otra institución social: el centro diurno de trabajo con niños de la calle, en la ciudad de Kóstinbrod, se ha planteado una tarea similar. El Centro trabaja con los llamados niños problemáticos que, debidoa conflictos en la familia, agresión y falta de cuidados porta parte de los padres, se dedican a actividades delictivas o una vez traumatizados, no logran desarrollar su potencial en la sociedad.
“Trabajamos con menores que han desarrollado malos hábitos y que han logrado deshacerse de ellos –cuenta Svetoslava Ivanova, directora del Centro–. Por ejemplo, tenemos niños de siete años de edad, normales y sonrientes, que tienen el deseo de apropiarse de objetos que pertenecen a otras personas. También tenemos casos mucho más graves, nuevamente con resultados positivos. Al principio, estos niños llegan abatidos, sienten inestabilidad y ansiedad, y poco después comienzan a sonreír, a creer en sus posibilidades y avanzan en el logro de sus objetivos. Después regresan presumiendo de haber ingresado en la universidad o de radicarse en el extranjero. Estos buenos resultados son la mayor recompensa para nosotros, y la verdad es que estos niños siguen obsequiándonos amor y calor”.
Versión al español de Hristina Táseva
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