Aleksey Alexiev es autor de más de ochenta miniaturas de cruces talladas de madera. Le gusta crear al aire libre, en los parques, para dar alma y vida nueva a árboles secos. Lamentablemente, de los quince árboles convertidos en bellas obras plásticas han quedado solo dos. Los transeúntes “aficionados” a las bellas formas a menudo se sienten tentados a llevarse partículas de estas obras exhibidas al aire libre sin darse cuenta que, “sacadas del contexto de la totalidad”, pierden el sentido que les ha brindado Alexey.
Estos días al maestro se le puede ver en Lózenets, uno de los barrios céntricos de la capital búlgara Sofía, donde insuflará vida nueva a un cerezo de flor japonés que perdió su vitalidad, pero llamó la atención del artista. Allí, entre el templo de la Exaltación de la Santa Cruz y el edificio de la Cruz Roja Búlgara, Alexey Alexiev convierte el árbol seco en un monumento a la memoria de las víctimas y los infectados con Covid−19.
“Es el tema más candente del momento −dice Alexey− . Además, para muchos es muy doloroso. Este árbol es un símbolo y está dedicado a todas las víctimas del coronavirus por el mundo. Todavía no hay un monumento de esta índole, éste es el primero. Ya hay gente que viene a verlo y le agrada. He decidido crear este monumento y creo que a mediados de julio estará listo”.
Alexey espera que, a diferencia del resto de sus creaciones, saqueadas literalmente pieza por pieza, este cerezo transformado conserve su integridad.
“Se trata de centenares de miles de víctimas por el mundo. Me refiero no sólo a los casos mortales, sino también a los afectados en lo moral y en lo social”, comenta el tallador de madera. Su obra maestra más significativa es una cruz de dos caras con treinta escenas del Nuevo Testamento. Durante su tallado, el autor se atenía a la insuperable muestra del monje Rafael del monasterio de Rila. Durante más de doscientos años, la cruz de madera, que el monje no consiguió acabar por la pérdida de la vista, sigue fascinando a los visitantes por su exquisita elaboración. Eso fue lo que indujo al escultor a crear la Cruz de Alexey.
“La gente le dio mi nombre −explica Alexey− . La cruz está elaborada de un boj seco de 300 años que encontré en la naturaleza. La madera del árbol en sí posee calidades únicas, por esto creo que el resultado es muy bueno. Quisiera que lo viera un mayor número de personas, pero todavía no hay un lugar donde exponerlo”.
A pesar de las obras plásticas de madera ya desaparecidas, Alexey no ha desistido de la idea de hacer nuevas creaciones, así como no ha desistido de su deseo de recrear en talla real al patrón celestial de Bulgaria, san Juan de Rila. El lugar que ha elegido para instalar su obra está en el centro de la capital, cerca de la Biblioteca Nacional y la Universidad de Sofía. “Para mí, es necesario que la imagen del santo búlgaro más importante esté presente en Sofía. No hay otro santo búlgaro de tan relevante presencia en la historia nacional”, expresa Alexey Alexiev. En apoyo de esta idea, ha sido creado un comité de iniciativa de cara a persuadir a las autoridades municipales a dar el visto bueno al proyecto.
Por Darina Grigórova (El artículo se basa en entrevistas hechas para el Programa Jorizont de Radio Nacional de Bulgaria)
Versión al español de Hrstina Táseva
Fotos: archivo BGNES, Facebook / AlekseyAleksievWoodcarvings
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