“La acción de la Fiscalía en la sede de la Presidencia de la nación y el incidente con Jristo Ivanov en Rósenets, que dieron inicio a las protestas, son solo la mecha que encendió la llama del descontento que se ha ido acumulando a lo largo de los años”, ha comentado en una entrevista con Radio Nacional, el politólogo y profesor de la Nueva Universidad Búlgara Jristo Panchugov. Consideró como un éxito el hecho de que la protesta devolvió a los ciudadanos búlgaros la sensación de poder controlar y cambiar la política nacional, si quisieran. En su opinión, las protestas no cejarán, y el aplazamiento de la dimisión reclamada por los manifestantes es una consideración táctica que apunta a esperar el momento adecuado para las próximas elecciones. A juicio del politólogo, el primer ministro Boyko Borisov está pagando el precio de la imagen que ha creado de sí mismo en los últimos años: la de cumplir las órdenes políticas de diversos intereses privados en Bulgaria.
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